NO TE LLAMO TERNERA, MEJOR TE LLAMO ASESINO

Nada menos que 500 personas, “la mayoría vascos”, firmaron un manifiesto dirigido a la dirección del Festival de San Sebastián denunciando que vaya a programar “No me llames Ternera”. La entrevista documental de Jordi Évole al etarra José Antonio Urrutikoetxea, “Josu Ternera”. Entre los firmantes intelectuales como Fernando Savater, Fernando Aramburu, Félix de Azúa o Andrés Trapiello y víctimas de ETA como Mari Mar Blanco, Ana Iribar, Ana Velasco, Maite Pagazaurtundua o Rubén Múgica.

Mis respetos para todos ellos, pero como ya escribí aquí no me cabe en la cabeza pedir que no se estrene una entrevista sin haberla visto. Después Jordi Évole dijo que la entrevista fue tensa y evidenció lo lejos que está él de Ternera. Y finalmente nos contó Isabel Vega en ABC, citando ella a El Correo, que Ternera reconoce en la entrevista que en 1976 participó en el asesinato del alcalde de Galdácano, Víctor Legorburu Ibarreche. Tiroteado el día que vencía un ultimátum que le habían dado para dimitir. Un crimen por el que nunca fue procesado y por el que no podrá serlo ahora porque es previo a la atinada amnistía de 1977.

Legorburu tenía la edad que tengo yo hoy, 64 años, estaba casado y, como yo, tenía dos hijos. Cuando le liquidaron caminaba junto a su escolta, que recibió 12 impactos de bala, aunque salvó la vida. Mi escolta de tantos años, mi querido Jesús, afortunadamente también libró, pero podía haber muerto si me pillan a mí. No opinaré sobre la entrevista hasta que la vea. Hasta entonces estoy con Évole, que como ustedes saben no es santo de mi devoción.


Ternera fue el amo de ETA durante años

El título de la entrevista-documental lo respeto porque no la he visto, supongo que es una frase de Ternera. Yo, con permiso de Évole y de Urrutikoetxea, o sin él, lo acepto, y no le llamaré Ternera, le llamaré asesino. Iba a escribir repugnante asesino, pero asesino es una palabra que no requiere de calificativo, aunque los hay más peores. Y Ternera es uno de ellos. Es lo que venimos a decir en lenguaje diario un hijo de la grandísima puta, sin querer ofender a su madre que no creo que tenga culpa. 

Ternera fue el putísimo amo de ETA durante años. Ordenó masacres como la de Hipercor. Ordenó matar a hombres, mujeres y niños. Que Ternera, que está en Francia reclamado por la Justicia española, confiese ahora un crimen amnistiado me parece un ejercicio de infinita cobardía y repugnancia. Propio de él. Lástima que no haya tenido cojones para confesar alguno de los muchos asesinatos cometidos por él o a sus órdenes que no han sido aún esclarecidos, lo que hubiera aliviado a sus víctimas.

Ya les dije que yo entrevistaría a Ternera. Una de las cosas que me gustaría preguntarle es por qué en dos ocasiones ordenó a sus sicarios que me asesinaran. La primera no lo hicieron porque trincaron al comando que me iba a “picar el billete” (así llamaban ellos a los asesinatos), y en comisaría declararon que el siguiente era yo. La segunda me libré porque no llegué a casa a la hora habitual y el portero de la finca los detectó y avisó a la Policía.

Mucha gente me decía que no entendía cómo si yo fui quien desveló y denunció lo esencial de los crímenes de Estado, o sea, el Gobierno socialista que se dedicó a “picarle el billete” a los picadores habituales, éstos querían liquidarme. Yo siempre respondía que siempre he denunciado a los asesinos, del signo que fueran, y que por eso iban a por mí. Eran los años en los que el Gobierno socialista me jodía todo lo que podía y los etarras intentaban asesinarme. Lo cual me reconfirmaba en que iba por el buen camino.

Deseando estoy ver “No me llamen Ternera” para opinar sobre la entrevista. Gente que me dice que la ha visto (será verdad, supongo, aunque no me consta) me dice que Évole esta vez no ha hecho una entrevista masaje, y que me va a gustar. No puedo saber si me va a gustar o no. Si no la puedo criticar tampoco voy a elogiarla. Solo puedo criticar a quienes la critican sin haberla visto. Es como si alguien critica mi próximo artículo de IT MAGAZINE antes de que lo haya escrito. No mola. Es como lo de los fusilamientos civiles a los discrepantes de los que tanto les he hablado.

Si adelanto que si cuando la vea no me gusta defenderé que Évole entreviste a un asesino y que podamos ver la entrevista. Esto se llama libertad y no es un juego. E insisto, no le llamaré Ternera, le llamaré asesino. Y si le tuviera delante empezaría diciéndole antes de empezar la conversación, “quede claro que te considero un hijo de la gran puta”. Recuerdo que así comenzó dirigiéndose a mí el hijo de uno de los jefes en un almuerzo que tuvimos. Yo le respondí que “entiendo que me digas esto porque mis denuncias periodísticas llevaron a tu padre al banquillo y a la cárcel. Y estoy muy orgulloso de ello”. Comimos, yo obtuve algo de información, que era lo que buscaba, y él se desahogó. Bien está. Cada uno a lo suyo, cada uno con su afán. Y Ternera, un asesino.

Por cierto, Francisco Ruiz Sánchez, el escolta del alcalde asesinado, el hombre al que cuando ya le habían disparado y estaba en el suelo moribundo Ternera le descerrajó diez tiros de cintura para abajo, Francisco, les decía, ha visto la entrevista y ha declarado a El Mundo que “cuando la vi me pareció bien. Le van mostrando a Ternera todos los atentados y él, como un psicópata, responde que todo por la patria sin dar ninguna razón.  No sabe por donde salir. No me pareció que se blanqueara a ETA. De hecho, su sinsentido es tal que sería necesario que esto se hiciera con Txapote o Henry Parot. No recuerdo si se le hace la pregunta, pero yo, si hubiese podido, le hubiese preguntado qué han sacado en limpio durante estos años. Lo único que han hecho es romper familias y destruir”.

Francisco vive malamente por las secuelas de los disparos del hijo de puta de Ternera. Si él dice eso me inclino a creerle pero espero a ver la entrevista. Y que cada uno le llame como le salga de los huevos, sólo faltaría.


Y Además…

  • Pedro Sánchez se ha cargado a mi amigo Nicolás Redondo Terreros. El último de una saga de personas honradas y solventes que no pensaban como yo. Y a Nicolás le han expulsado pasándose por el forro los Estatutos del PSOE, sin abrirle expediente, sin posibilidad de defenderse.  Penúltimo episodio de un sátrapa que va camino de acabar con un partido centenario. Sánchez y sus sicarios eliminan cualquier disidencia, dentro y fuera, con la brunete mediática arrodillada y el personal callado pero votándole.  La expulsión de Redondo es un gesto ejemplarizante en el seno de una organización política que no es más que otro gang. Lo cierto es que lamento que Nicolás no se fuera antes, hubiera sido un final mejor a una trayectoria política decente. Pienso en Nicolás padre, que desde el cielo debe estar jurando en arameo. ¿No existe un militante en el PSOE que levante la voz? No. En los gangs solo habla el capo di tutti capi.

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