EL TERREMOTO TRUMP VUELVE A ESTALLAR

Donald Trump se ha convertido en el primer ex-presidente de Estados Unidos que se enfrenta a nada menos que 34 cargos penales. De hecho es el primer ex-presidente que está imputado. Se le acusa de falsificar varios registros comerciales en una investigación abierta sobre el pago de dinero secreto a una estrella del cine porno. Presuntamente quiso comprar su silencio para que no declarase nada acerca de una relación sexual que al parecer tuvo con ella hace casi una década.

También se le acusa de violar las leyes electorales. Y de hacer falsas entradas en registros comerciales de variadas entidades de Nueva York. El ex-presidente podría alcanzar una pena de hasta 136 años de prisión, si se tiene en cuenta la legislación del Estado de Nueva York. Lo más probable es que al final, la pena sea bastante más inferior. 

Trump, como no podía ser de otra manera, se ha declarado inocente. Ha afirmado que su único delito ha sido “defender valientemente nuestra nación de aquellos que la quieren destruir”. Declaraciones que lanzó en su regreso a su mansión de Florida tras comparecer en Nueva York, ante más de 200 personas y medios de comunicación de todo el país. Un acto que algunos medios han tildado de “electoral”. Sí porque tanto en fondo como en forma tenía más aspecto de mitin que de declaración de inocencia ante la prensa.

Dicen algunos expertos que, a pesar del semblante serio, de las muecas de preocupación y de la aspereza que mostró en todo momento Donald Trump, ha conseguido una de las cosas con las que más ha disfrutado siempre: la plena atención sobre su persona. De hecho, según varias encuestas, estos casos podría incluso beneficiar políticamente al ex-presidente frente a su principal rival en el partido, Ron DeSantis, al que podría haber superado en las últimas dos semanas. 


Trump: el primer ex-presidente con cargos penales

El juez que está llevando el caso, Juan Merchan, ya avisó al ex-presidente de que no hiciera declaraciones que pudieran incendiar a la opinión pública, que no incitaran al odio ni revolvieran a la población. Pero caso omiso, Donald Trump ha afirmado estos días que no puede estar creyéndose que esté ocurriendo esto, que “EE.UU. es un país tercermundista«. Y todo esto no es otra cosa más que “una caza de brujas”. Además, Donald Trump habló de “imputaciones ridículas” y de “investigación fraudulenta”, insistiendo en la falta de contenido de todas las acusaciones que se le imputan. S

Su discurso lo finalizó recitando las siglas MAGA, que ya incluso se han convertido en la imagen del movimiento trumpista: «Make America Great Again«. En resumen, que se declara inocente y lo proclama a los cuatro vientos. Con tanto aire que tanto sus acusaciones, como su grito de inocencia ocupa gran parte de las portadas de Internacional al otro lado del charco. El terremoto Trump vuelve a estallar.

Sin embargo, quedan muchos interrogantes en el aire: ¿Qué rol desarrolló Donald Trump en el asalto al Capitolio del 6 de enero de 2021? ¿qué tipo de presiones ejerció el ex-presidente contra las autoridades de Georgia para inclinar la balanza de votos a su favor? Al parecer, estos cargos, de ponerse sobre la mesa de la acusación contra Trump, serían más graves que los que actualmente tiene sobre la mesa el ex-presidente y a los que deberá enfrentarse. Son sus casos pendientes, que añaden un poco más de leña al fuego que supone siempre a nivel político Donald Trump.

De momento, su equipo lleva semanas manos a la obra tratando de dilatar el proceso. Al menos hasta que se dé el pistoletazo de salida a las elecciones presidenciales de 2024, que tendrán lugar previsiblemente en el primer semestre. Quizá el objetivo sea hacer mucho ruido, enmarañar a la opinión pública y que Trump vuelva a dar un salto mortal para ser el centro de todas las atenciones. Esto es así porque no existe ninguna ley ni disposición constitucional que prohíba a un condenado o arrestado ser candidato a la presidencia de los Estados Unidos.

Sorprendente, pero cierto. Para ser presidente sólo se requieren tres cosas: residir en los EE.UU. durante al menos 14 años, tener más de 35 años y ser ciudadano natural del país. Y únicamente el tiempo nos dirá si esto es una estrategia más para ubicar a Donald Trump en la cresta de la ola, si es realmente una pantomima o si le pasará factura no sólo a su figura sino a todo el partido republicano. Las elecciones de 2024 tienen la respuesta. Sólo tenemos que esperar un poco más.


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