Ha cumplido ya un año Alberto Núñez Feijóo al frente del PP. En la dirección de su partido están contentos con las encuestas de cara a las municipales y autonómicas del 28 de mayo. Confían en una victoria que les permita arrebatar al PSOE algunos gobiernos autonómicos y algunas capitales.
Sigo con atención las encuestas y creo que harían bien en el PP en ser prudentes. Vivimos en permanente campaña, pero en breve entramos en plena campaña oficial, para nuestra desgracia, porque es época de ver a todos los políticos haciendo piruetas insólitas para arañar votos.
Sánchez y Yolanda Díaz van a basar sus campañas en la bandera de sus “conquistas sociales”. Y van a utilizar, como llevan años haciendo, las tribunas del Gobierno en beneficio propio. Feijóo y los suyos están muy confiados en que el deterioro progresivo del Gobierno les dará la victoria. Yo creo que no debiera confiarse en exceso. Porque además el Gobierno no va a parar de dar manguerazos de dinero público a los sectores más desfavorecidos. Y aunque los receptores no logren acceder a las ayudas por la paralización de la administración digital, muchos le compran a Sánchez esa mercancía con facilidad.
El liderazgo de Feijóo no está consolidado
Uno de los problemas de Feijóo durante este año, que aún no ha logrado corregir, es la reiteración de declaraciones públicas que al día siguiente se ve obligado a matizar o aclarar. A veces se matiza y aclara él mismo. En ocasiones lo hacen alguno de sus segundos. Es increíble que le cueste tanto expresarse como quiere y tenga que salir al día siguiente a decir que en realidad lo que quería decir el día anterior era otra cosa.
La izquierda, por más que conforme partidos o grupos con la palabra unida o unidad (Unidas Podemos, Izquierda Unida, ahora Díaz Sumar), sigue en su permanente desunión. En el permanente enfrentamiento, incapaces de unirse y restando con eficacia. Pablo Iglesias, que dirige desde la sombra el entierro de Podemos, ha tratado por todos los medios de perjudicar a Yolanda Díaz. Aunque ha medido mal, sorprendentemente, porque debiera saber que desde la vicepresidencia del Gobierno se maneja mucha pasta y se obtiene mucho escaparate. Más aún cuando el propio portavoz socialista, Pachi López, el colega de Berni, la llama en el Congreso la presidente segunda. En un lapsus sonado que quizá no fuera lapsus.
Feijóo no se ha hecho todavía a Madrid, que no es lo mismo que Santiago de Compostela. Y en su PP hay quien espera las elecciones con el hacha levantada para golpear a la mínima que el resultado del 28-M no sea victorioso. Son los mismos que le reprochan una excesiva moderación y un abandono de la batalla cultural contra la izquierda. Y ojo que no son pocos. El liderazgo de Feijóo no está consolidado. De lo que suceda el 28-M depende que llegue a ser el candidato en las generales de diciembre. El martes de la semana que viene habrá en el Senado otro cara a cara entre Feijóo y Sánchez. Será en realidad el banderazo de salida de una campaña en la que ambos se juegan mucho. De entrada, llegar a las generales.