DISMORFIA: EL TRASTORNO MENTAL DE LA BELLEZA

La Asociación Española de Cirugía Plástica advierte que están aumentando los casos de personas que presentan Dismorfia. La Dismorfia no es otra cosa que un trastorno de la percepción de la propia imagen. Uno se ve mal esté donde esté y se mire donde se mire. No estamos a gusto con la imagen que un espejo nos ofrece de nosotros. Pero probablemente ni un smartphone con cámara de gran resolución o los miles de filtros que proporcionan redes sociales como Snapchat o Instagram, pueda arreglar el desaguisado. 

Jóvenes del primer mundo acuden a centros de cirugía estética con su fotografía plagada de filtros. Con la llegada a sus consultas lo que indican a los profesionales es una sola frase que resume todo: “así quiero verme”. La Dismorfia es un trastorno mental que requiere atenciones y cuidados. Y sobre todo precisa terapia. Quien lo padece no puede dejar de resaltar los miles de defectos que percibe de su propia imagen y de su apariencia. 

El problema va más allá de una baja autoestima. El trastorno dismórfico-corporal (TDC) implica que se esté extremadamente preocupado por un defecto que se percibe sobre una parte del cuerpo. Esto solo es percibido por uno mismo. Quien padece Dismorfia considera que los demás le apuntarán con el dedo esos defectos que solo él ve. Intentará ocultarlos a toda costa u ocultarse del resto del mundo con lo que puede derivar además, en evitar situaciones y encuentros sociales. Esto puede incluso acabar en encerrarse en uno mismo por miedo a no ser aceptado por los demás. 

Como se ve en muchos otros trastornos de la conducta, quien padece Dismorfia es tremendamente perfeccionista. Nunca nada estará a su gusto hasta que no consiga verse como le gustaría ser. Además las redes sociales y aplicaciones como Snapchat han logrado que estos trastornos aumenten con un simple golpe de dedo. Se elige filtro, la imagen cambia y en solo un clic todas las hormonas encargadas de proporcionarnos placer y bienestar, se ponen a trabajar como unas locas. Igual que los que compran por impulso o los que hacen deporte sin parar. O los que sin medida ni control, viven desatados porque así es la única manera con la que creen que encontrarán la felicidad

Y ahora con las redes sociales este trastorno ha pasado a ser conocido como “Dismorfia de Snapchat” o “Dismorfia de zoom”. Los expertos alertan de que pasar demasiado tiempo mirándose fijamente puede causar un impacto negativo sobre la imagen con la que uno realmente se ve. Simplemente esa imagen se acaba distorsionando y deseamos aquello que obtenemos a través de un filtro artificial. 


Dismorfia: las redes sociales y los cánones de belleza

Que cada vez sean más los jóvenes que anclados en su perfil en redes sociales, presentan trastornos de conducta como la Dismorfia, nos hace sospechar varias cosas. La primera es que el tiempo que pasan frente a estas aplicaciones es quizá superior al que deberían. Y segundo, que el mundo artificial del que forman parte, ocupa más hueco y más tiempo que el que pueden palpar, sentir y vivir en realidad. 

Pese a muchos movimientos que denuncian la llamada #gordofobia y reclaman año tras año la #bellezareal y los #cuerposreales, lo cierto es que redes sociales como Instagram ensalzan unos cánones de belleza que solo unos pocos pueden alcanzar. Y que solo unos pocos tienen y cumplen. Y esta realidad va mucho más allá de encontrar tallas pequeñas en las tiendas de ropa o generar otros desajustes y trastornos de la alimentación entre los más jóvenes que buscan parecerse a los modelos de personas que siguen cada día a los que les regalan sus likes. 

De hecho las propias redes sociales y las empresas y plataformas que trabajan para la creación de esos filtros, son conocedores de la situación. En octubre de 2019 la plataforma Spark AR por ejemplo -encargada de la creación de determinados filtros para Instagram-, anunció que iba a comenzar a retirar algunos filtros que imitaran el efecto de operaciones estéticas. Y lo hacía no para evitar situaciones como de las que alertan ahora los expertos en cirugía estética, sino como parte de su política de bienestar. Conscientes del problema y en una convención celebrada en las primeras semanas de noviembre de ese mismo año, la Asociación Española de Cirugía estética (AECEP) dedicó una mesa a este tema. En ella se extrajo una preocupante conclusión: los adolescentes cada vez más quieren que su identidad real se asemeje más a su identidad digital. 

Los selfies y las publicaciones sin filtros ya solo son para los valientes que se muestran tal y como son. Cada vez son más los usuarios que querrían verse como les muestran los filtros. Veremos hasta qué nivel llega este tipo de trastornos de la percepción en los próximos años. Sí, cuando el universo del aquí y el ahora ya no solo será el que vemos, tocamos y sentimos, sino el aquí y el ahora del metaverso, donde todos somos pero podemos ser como queramos. 


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