Los menores no acompañados son todos aquellos menores que llegan a nuestro país sin la compañía de un adulto que se haga responsable de ellos. Generalmente tenemos en la cabeza la imagen de menores magrebíes y senegaleses. Pero no tenemos consciencia de que también recalen en España menores de otras nacionalidades. Por ejemplo de Siria o Bangladesh porque tristemente los que saltan a la palestra de los medios de comunicación o en las campañas de ciertos partidos políticos son estos que citamos.
Según algunas organizaciones no gubernamentales, España es la principal puerta de acceso para muchas personas migrantes que desean llegar al viejo Continente. Europa es su destino y España es la primera puerta que han de cruzar. Tal y como recoge UNICEF, nuestro país registró en 2018 más de 65.300 llegadas. De éstas cerca de 6.000 correspondían a niños, niñas y jóvenes no acompañados que llegaron por la frontera Sur. Unas cifras que crecieron más de un 150% desde 2017.
Ahora el conflicto bélico en Ucrania está provocando una huida masiva también de menores no acompañados. Aquellos que buscan escapar de los bombardeos que están asediando sus barrios, pueblos y aldeas. Los menores ucranianos tienen una particularidad. Y es que en su país a los 16 años dejan de ser menores de edad. Así que esos dos años que les separan de la mayoría de edad en España, les hace situarse en un limbo.
La guerra provoca la huida de menores no acompañados
Lo que para ellos ya constituye una acción de la vida adulta, en el país en el que van a recalar todavía no ostentan dicha consideración. Por este motivo deberán tener la tutela de un adulto o de una institución que los proteja. Muchos escaparán de los asedios militares con el objetivo de no tener que enrolarse en las milicias y tener que unirse a la lucha.
Se espera un gran número de menores no acompañados. Tal es la situación que el Fiscal Superior de Castilla-La Mancha dictó el pasado 15 de marzo un Decreto en el que se insta a que se comunique a la Policía Nacional la situación de cualquier menor no acompañado que llegue de Ucrania para que las autoridades policiales procedan a registrarlo conforme a lo que marca el Reglamento de la Ley Orgánica 4/2000 relativa al Registro de Menores Extranjeros no acompañados. Tras el registro, la Fiscalía o la Entidad Pública competente en materia de menores deberá realizar las actuaciones que procedan en cada caso.
En otras comunidades como Castilla y León, la Consejera de Familia pidió recientemente que los ucranianos que se encuentren en dicha comunidad y que quieran traer a sus familiares recurran a los cauces oficiales, con el fin de que puedan ser identificados. Pero también para que se les pueda prestar una mejor ayuda sobre todo a la hora de conseguir la residencia o incluso obtener el estatus de refugiado. También para poder tener cierto orden a la hora de acceder a la sanidad, la educación o si precisan ayuda psicológica.
Con todo este maremágnum de llegadas y de idas para recoger nuevas familias y de acogimientos, desde el Ministerio de Asuntos Exteriores se ha alertado del riesgo que puede suponer a muchas familias deseosas de acoger a niños ucranianos, al caer en mafias y redes de tráfico de menores. Porque las hay, y en estas situaciones de crisis migratoria se hacen más fuertes.
Y se aprovechan tanto del deseo de las familias por ayudar, como de la necesidad de los menores que escapan en busca de un futuro mejor. Desde el Ministerio se ha dejado claro que lo importante será siempre “velar por el interés superior del menor y extremar el respeto a las normas jurídicas”. Velar por el interés del menor suena muy bien. Tanto del menor no acompañado como de todos los que llegan escapando de la barbarie y al guerra. Proteger a los menores debería ser una máxima, procedan de donde procedan. ¿O no?