Venimos hablando durante semanas de la situación de los menores, de la oscuridad donde se encuentran y de la ineficacia del Estado para combatir el problema de los menores desprotegidos. Los medios de comunicación comienzan a despertar de ese letargo que les impedía ver que algunos centros no estaban haciendo la labor que debían con los menores a los que tutelaban; centros de menores en Madrid, Valencia, Baleares o en muchas zonas de España. Un letargo que les había puesto una opaca cortina delante de sus ojos. Y que hacía que todas estas informaciones de menores prostituidas, violadas, maltratadas y carentes de un cuidado que necesitaban, no salieran a la luz.
Ahora tras conocerse que varias menores han sido prostituidas en Madrid, comenzamos a ver pequeños coletazos que recogen la realidad de estos centros de tutela. Desde determinados medios se explica que los recientes casos de abusos a menores, están destapando el modelo privatizado y precario que siguen muchos de los centros de tutela donde se descuida la prevención. Sin embargo desde hace unos meses, en IT-Magazine llevamos poniendo el foco en este tema. Venimos alertando de que los centros de menores sí aportan recogimiento, educación y protección a muchos menores. Esto es lo que debería de ser lo normal. Pero también existen muchos agujeros negros que los convierten en foco de problemas… a veces incluso en la raíz de muchos de ellos.
Los casos de las niñas tuteladas de Baleares sobre las que además se llegó a producir un inquietante silencio mediático, sirve de muestra de cómo a nivel público se trata de tapar un gran problema de nuestra sociedad. Sí, un problema que estamos analizando desde este medio: los menores se descuidan. Además los que están tutelados en ocasiones no tienen tutela. Muchos acaban en la prostitución o en la droga. No por descuido de sus cuidadores sino por la desatención del propio Estado, que es quien gobierna a los propios centros.
La situación de los menores ve algo de luz
Es decir que si desde la punta de la pirámide no se ponen medios suficientes, es complicado que cuando se llegue a la base, se tengan herramientas necesarias para tratar de paliar este problema. Una situación que se conoce y se consiente. Al final acaba aceptándose como endémico. Y al que le va bien la repetida expresión “es lo que tenemos”. Cuando el realidad el problema es que sí, es lo que tenemos pero no es lo que queremos.
Queremos que los centros de menores dediquen más tiempo a realizar informes sobre su deficiente gestión, en lugar de trazar líneas de actuación para los menores. Que hagan saber que hay falta de medios, herramientas, educadores y de personal en general, falta de todo. Faltan ganas de solucionar el problema. También queremos que los menores, ya sean tutelados o solo estén de paso por estos centros de acogida, tengan la atención que se merecen. La vigilancia que demandan. Y sí, las salidas de los menores son necesarias para que puedan desarrollar su autonomía pero son en ocasiones el foco de los problemas.
Probablemente desde las áreas de servicios sociales y atención a la infancia y la adolescencia no podrán hacer nada contra las mafias y las redes de explotación infantil que hay por las calles, ciudades y pueblos. Tal vez ni las autoridades puedan erradicarlas porque eso es como pedir que haya paz en el mundo o que ningún niño pase hambre en África. Quimeras que todos desearíamos pero que tristemente no ocurren nunca. Quizá la solución esté en prestar más atención a esos centros de menores en los que niños y adolescentes van a parar cuando se les ha empezado a torcer un poquito el largo camino de vida que les queda.
Más medios, más herramientas, a lo mejor más presupuesto… Más atención por parte de los medios de comunicación al grave problema que tiene nuestra sociedad con la infancia. Pero no cuando sale a la palestra que decenas de niñas en Madrid han sido captadas por redes de prostitución y explotación sexual y que varias de ellas formaban parte de centros de menores. Tampoco cuando se habla de las niñas de Baleares. O cuando se cita que el ex-marido de una importante política de la Comunidad Valenciana estuvo implicado en un caso similar de abusos a menores.
Ya estamos cansados de amarillismo, escándalo, escarnio público para ganar votos o para liquidar políticamente a un contrincante. Lo que queremos y lo que pedimos son medidas serias. Queremos que se ponga solución al grave problema de una infancia abandonada. Los menores necesitan atención. Los menores no son moneda de cambio en ningún hemiciclo.