La inagotable factoría de propaganda de Iván Redondo al servicio de Pedro Sánchez, se ha superado con el show de la apisonadora en el Colegio de Guardias Jóvenes de la Guardia Civil en Valdemoro. Con asistencia de Sánchez claro, seis de sus ministros y ¡el Mayor Trapero de los Mossos de Escuadra! Con la inasistencia de los presidentes de Gobierno que algo tuvieron que ver con ETA: su acción y su inacción, cuyas armas se inutilizaban. Una apisonadora cutre, una antigualla, aplastó 1.337 armas mugrientas colocadas en tres hileras.
343 asesores, el 47% de los 730 contratados por el Gobierno trabajan a full para Iván Redondo, en la única función de inventar eslóganes, campañas y numeritos como el de la apisonadora. Vista la nómina, el acto fue un fiasco de forma y fondo. De forma porque la apisonadora más parecía estar preparada para aplastar cedés y deuvedés incautados a manteros o relojes de marca falsos. Y de fondo por varias cuestiones.
La primera de todas esas 1.337 armas que según el Gobierno y la Audiencia Nacional, podían destruirse por no ser ya pruebas judiciales. ¿Y cómo lo saben la Audiencia y el Gobierno si hay 378 asesinatos de ETA sin resolver? Sería la repanocha que Sánchez haya destruido pruebas (piezas de convicción) que pudieran permitir esclarecer alguno de los crímenes pendientes. ¿Cómo pueden asegurar el Gobierno y la Audiencia Nacional que las armas apisonadas no han sido empleadas en alguno de los 378 asesinatos pendientes de investigar y de resolver, si no se han investigado?
La apisonadora de armas mugrientas: una farsa
Dijo además Sánchez ufano, que: “quien entrega las armas acepta la derrota”. Bueno presidente, lo primero, esas armas de la apisonadora no las entregó ETA nunca. No fueron entregadas de grado voluntario por los asesinos, fueron incautadas por la Guardia Civil y la Policía. Conviene recordar que el “desarme” organizado por ETA el 8 de abril de 2017 fue una farsa, una parodia. Fue un acto de ETA en todas sus ramas junto a unos supuestos verificadores, pero ni los Gobiernos de España y Francia, ni siquiera el Gobierno Vasco verificó nada. Y las escasas armas aportadas por los asesinos no eran ni mucho menos todas las que tenían. Aún hoy por lo tanto, tienen.
Conviene recordar que el 16 de diciembre de 2016, poco antes de ese otro acto farsa de entrega de armas, la policía francesa sorprendió a algunos de los “verificadores” tratando de destruir armas para no llevarlas al circo de Bayona. Y ninguna de ellas estaba en Valdemoro para que la apisonadora de Sánchez las destruyeras. Por lo tanto, no sabemos cuantas armas entregó ETA, cuántas destruyó y cuántas mantiene. Pero si las mantiene es por algo y para algo, digo yo.
Si la factoría de Sánchez y Redondo pretendía con la apisonadora aportar algo al “relato” del fin de ETA, y del triunfo de la democracia constitucional sobre los asesinos etarras, la cosa tampoco ayudó nada. La clave de este asunto es que hay una insistencia del PSOE y Podemos en engañar respecto a la realidad de los hechos. El terrorismo de ETA no acabó (ya veremos si para siempre) porque los asesinos decidieran cambiar de estrategia, ni porque fueran impelidos por la sociedad vasca a convertirse en benéficos hombres de paz, como dice el vicepresidente Pablo Iglesias. ETA acabó por ahora porque el estado de Derecho, las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado y la Justicia los redujeron a la inoperatividad absoluta.
El gobierno apisona la verdad y la memoria de las víctimas
Segundo: ETA no ha aceptado derrota alguna. Ha logrado que el Gobierno de España imponga un “relato” que no se compadece con la verdad. ETA muy al contrario, se siente victoriosa porque una vez inoperativa por el trabajo de las FCSE, el Gobierno de España aceptó negociar unas contrapartidas con cesiones inadmisibles en un Estado de Derecho que se precie. Hoy ocupa poder e influencia sin haber pedido perdón a nadie por tantos años de violencia asesina. Esta es la realidad que debería darse a conocer a las generaciones que no vivieron el horror. No se puede transmitir ese mensaje con esa apisonadora aplastando armas mugrientas.
Lo que está apisonando este Gobierno es la verdad y la memoria de las víctimas. La verdad es que, según quedó acreditado en el sumario 18/98 instruido por la Audiencia Nacional con sobrado y aplastante material probatorio aportado por la Guardia Civil, ETA era una sola organización criminal. Solo una con diferentes tentáculos para obtener sus fines. El “brazo armado” no era el más importante. El político si lo era. Por eso ETA no ha dejado de existir, sino que se mantiene quieta y a resguardo de uno de sus brazos. El brazo político ha conseguido más poder del que jamás pudo imaginar porque gobierna instituciones. Es el socio preferente del Gobierno central, es asesor de confianza de ERC.
El Gobierno de Sánchez e Iglesias viene cumpliendo al pie de la letra lo pactado con Bildu (que es lo mismo que fueron Herri Batasuna y Sortu), para que le aprobaran los presupuestos y mantenerse en el poder. Y no extraña. Pablo Iglesias, que frecuentaba las herriko tabernas de ETA, decía en ellas, entre aplausos de los jóvenes cachorros etarras, que él justificaba la violencia de ETA porque ETA y los suyos: “son los únicos que han entendido que la Constitución fue una imposición”.
Sánchez y su montaje con Bildu
El pacto con Bildu conlleva que se esté aplicando una política penitenciaria muy favorable a los presos de ETA. Legal sí, pero que no es la misma que se aplica al resto de los presos de España y que supone una discriminación positiva favorable a los asesinos etarras. No es solo el acercamiento, son también los cambios de primer a segundo grado penitenciario que posibilita disfrutar de permisos de libertad. Miles de presos en España con delitos infinitamente menores se pudren en sus celdas sin disfrutar de estos beneficios.
Sánchez al que solo le faltó subirse a la apisonadora a manejarla como si fueran unos coches de choque, tuvo los cojones de decir también: “no podemos olvidar, no podemos consentir que se deforme la memoria de las víctimas”. Lo dijo segundos antes de aplastar de nuevo esa memoria.
Todo es un montaje. Permite dar por bueno oficialmente que el terrorismo es un capítulo cerrado de nuestra historia. Esto permite al Gobierno considerar a sus herederos políticos, que formaban parte de la misma organización con la misma financiación, como un conjunto de ciudadanos pacíficos (recuerden a Iglesias decir que Otegui era “un hombre de paz”), demócratas de toda la vida con los que se puede hacer política. Como si aquí no hubiera habido 50 años de terrorismo, casi 1.000 muertos y centenares de casos aún sin resolver. Además del exilio fuera del País Vasco al que se vieron forzados muchos amenazados, del que se han aprovechado electoralmente los herederos de los matarifes.
Lo cierto es que el acto de Valdemoro encaja muy bien con Sánchez. Quizá tiene envidia de no haber participado en la lucha contra los terroristas, con cuyos herederos ha firmado un pacto para permanecer en el Gobierno. ¿Se habrán planteado Sánchez, Redondo y sus 343 asesores por qué ninguno de los presidentes de Gobierno de la democracia quiso estar presente en el acto de la apisonadora? Sánchez estuvo solo acompañado de seis ministros (todos del PSOE). No hubo ningún representante del PP, ni del PNV, ni siquiera de su socio en el Gobierno, Podemos.
¿Habrán reflexionado Sánchez y su séquito respecto al por qué? Improbable porque ellos están a lo suyo. Recordaba Francisco Rosell el domingo en El Mundo como en el velatorio de Fernando Buesa, el féretro estaba cubierto con la ikurriña, la bandera de Álava y la insignia del PSOE. Y un sindicalista de UGT al pasar delante dijo: “no sobra ninguna enseña, pero falta una”. Y Francisco Savater abrochó: “entonces nos dimos cuenta de que estaba ausente precisamente la bandera por la que habían asesinado a Fernando”. La misma bandera que faltó en el circo de la apisonadora.
Una vez certificado ya definitivamente que Sánchez no está por la labor de que los españoles sepan la verdad de la historia de ETA, queda estar atentos a la presentación en pocas semanas de las unidades didácticas redactadas por historiadores contratados. Deberán acercar la historia del terrorismo a la enseñanza secundaria. Nos tememos lo peor.
Y como anécdota: me cuenta un guardia que tuvo que asistir obedeciendo ordenes al circo de Valdemoro, que la apisonadora “debe ser lo menos potente que se despacha en el género, por cómo quedaron los tres rectángulos en el que colocaron las 1.337 antiguallas. Una mierda de apisonadora encima”.
Y además…
- Mi recuerdo a Quique San Francisco que se nos ha ido. Un tipo decente, honrado, bueno y simpático que solo nos hizo reir. Un actor que merece un homenaje y un documental sobre su vida. Insuperable.
- La factoría de Sánchez y Redondo ha conseguido que el sinvergüenza de Villarejo haya quedado como una larga mano del PP más sucio, para lavar la porquería del PP entero. Conviene recordar que a Villarejo lo incorporó José Luis Corcuera como agente encubierto a la Secretaría de Estado de Seguridad. Y que Rodríguez Zapatero le concedió varias Cruces del Mérito Policial con distintivo Blanco.
Celebrando la entrega de la última de ellas junto a Baltasar Garzón y su pareja, la hoy Fiscal General del Estado Dolores Delgado, junto a su grabadora claro. Aquella comida en la que cuando Villarejo les contaba a la pareja que iba a montar un puticlub para obtener información vaginal, la fiscal le respondió: “éxito garantizado”. Eso sí, antes de decir que Grande Marlaska “es un maricón” y de contar cómo había visto a jueces y fiscales de mucho nivel con menores de edad en Cartagena de Indias (Colombia), pero que no le vino bien denunciarlo.
Y ahora la libertad de Villarejo, consecuencia de la decisión de la Audiencia Nacional de juntar tres juicios en uno. La ley no permite tener a nadie en prisión preventiva más de cuatro años. Y a los que les sorprende el look de Villarejo con parche en el ojo, una aclaración que me parece de justicia: no es un juego estético de Villarejo para parecerse al pirata de Sabina o dar juego a los fotógrafos, es consecuencia de una enfermedad ocular que ha contraído en prisión. Ninguna gracia tiene el asunto.
Y para terminar…
- La serie documental Nevenka que emite Netflix, recomiendo verla. La realización es sencillamente correcta, incluso floja, pero la historia es potente. Permite ver lo que sucedía hace no muchos años con el abuso sexual de políticos en España. Lo del fiscal del caso García Ancos es terrorífico. Para mí lo peor es la señora de Ponferrada que acude a una manifa en apoyo del alcalde acosador y suelta a una cámara: “A mí no me acosan si yo no quiero”. Acojonante. A ver si Netflix se anima con otros casos de hoy en día. Que los hay.
- RTVE no para en su campaña contra la Monarquía. Tras conocerse que las infantas Elena y Cristina se han vacunado en Abu Dabi, en el programa matinal ilustraron la noticia con imágenes de las hijas del rey Felipe VI, la princesa Leonor y Sofía. Después pidieron disculpas. Bueno sería que la tele pública fuera independiente, pero parece imposible, gobierne quien gobierne.
- El bipartidismo sigue repartiéndose el Estado. Ya pactaron la tele pública y están cerca de renovar el CGPJ. Es intolerable que los políticos nombren a los jueces que luego han de juzgar a los políticos corruptos.