El artista Alcaráz contra la máquina Sinner. Así bautizaron la final de hoy de Roland Garros entre los dos mejores tenistas del planeta en la actualidad. Dos estilos completamente diferentes. La creatividad y la magia del español frente a la imperturbable apisonadora italiana. La trayectoria de Sinner en el torneo le hacía parecer infranqueable. En semifinales trituró sin piedad al mejor tenista de todos los tiempos. Djokovic, pese a jugar a un extraordinario nivel, fue incapaz de hacerle un solo set a Sinner. El ganador de 24 grandes impotente ante la máquina. Pero Carlitos es Carlitos y a eso nos agarrábamos los aficionados del murciano…
No tardamos mucho en comprender la épica que requeriría la batalla. La máquina Sinner reventaba a palos a un Alcaraz que se veía incapaz, pese a su grandísimo tenis, de hacer frente a las embestidas de su rival. Sin mostrar una sola emoción el italiano golpeaba inmisericorde al español haciendo caer los sets de su lado aunque cierto es que no sin dificultad. El destino pareció escrito con dos sets a cero, cinco a tres en el tercero y tres pelotas de partido para la máquina. Pero cuando ya nadie creía en la poesía…
El artista y la alianza cósmica con Rafa Nadal
Hay días que parecen previamente señalados por el Universo para engrosar los anales de la historia. Y hoy era uno de esos días. Los astros estaban alineados en una de esas confluencias que parecen propias de la cábala. Rafael Nadal ganó su quinto Grand Slam con 22 años, un mes y tres días. Y no fue un Grand Slam cualquiera. Fue la final de Wimbledon en 2008 contra Roger Federer. El que dicen fue el mejor partido de la historia del tenis. Y hoy Carlos Alcaraz cumplía 22 años, un mes y tres días.
Así que cuando ya nadie creía, Carlos Alcaraz apeló al arte y levantó esas tres bolas de partido. Y después de eso le dio la vuelta al tercer set para ganarlo por seis a cuatro. A continuación de eso llevó la agonía a un tie break en el cuarto que se llevó por siete a seis. Y a golpes de pura magia y poesía el artista empujó el partido hasta el super tie break del quinto set. Y en ese territorio reservado únicamente a los dioses, como Rocky Balboa en su combate con Ivan Drago talando el árbol ruso con el corazón que no con los músculos, con Rafael Nadal presente en la arcilla de París y en el hombro del artista, Carlitos destrozó la máquina a golpe de poesía. Estaba escrito. Y los que lo vimos hemos asistido al nuevo mejor partido de la historia del tenis.
