VOCES CONTRA EL TURISMO MASIVO

Con intención de escapar de las sucesivas olas de calor que se han dado a lo largo de este verano en España, muchos turistas optaron por escoger el norte de España para pasar su vacaciones. Fueron su opción para este verano. Y quien dice norte, dice también ciudades como Barcelona, Madrid, Granada o en la propia península, Lisboa y alrededores. No se descartan pueblos pintorescos, cascadas imposibles o campings, incluso.


Turismo masificado en España

Siempre es buena opción escapar para desconectar o reconectar, como se quiera. Sin embargo, todos estos destinos tienen un punto en común. Y es que debido a la accesibilidad de los viajes y a las redes sociales, muchos de ellos están masificados. El turismo masificado, también llamado sobredesarrollo turístico, ha sacado a la calle en las últimas semanas a varios colectivos en diferentes puntos de España.

El pasado 28 de julio, coincidiendo con el Día de las Instituciones en Cantabria, miles de personas se manifestaron para pedir un turismo más sostenible. También un nuevo modelo que tenga como objetivo la protección del territorio y la búsqueda de una solución para el problema de acceso a la vivienda. Reclaman que se ha producido una burbuja en el precio de las viviendas debido, en parte, al auge del turismo. La marcha fue convocada por la plataforma “Cantabria para vivir”. 

Pueblos como Santillana del Mar, Comillas o Santander se han visto este verano inundadas de gente que paseaban por sus calles tratando de buscar un lugar donde la foto que, probablemente después subirían a redes, mostrase la soledad que no se tenía en ese momento. 

No son pocas las influencers que en redes como Instagram dan a conocer la cara A y la cara B de este tipo de turismo. Sobre todo en el norte de España. Dan a conocer también las opiniones de muchos de sus seguidores. Se quejan de que muestren lugares escondidos, espacios que sólo suelen conocer los locales, haciéndolos atractivos para los que se plantean viajar a destinos distintos. Esos que se ven tras la pantalla y que se convierten en accesibles a golpe de clic.


Masificación también en todo el mundo

En otros puntos del país como Canarias, Mallorca o Barcelona también se han movilizado. En Alicante, por ejemplo, la Asociación “Alicante dónde vas” convocó el pasado 13 de julio una marcha que reunión a más de medio millar de personas. Reclamaban medidas a las instituciones porque eran testigos de cómo aquello que marcó protestas en otros puntos del país en contra de los alojamientos turísticos, también estaba ocurriendo en su provincia. Sus pancartas rezaban “Contra el turismo masivo”. En sus palabras resonaba una queja común con otras zonas. Y es que este tipo de turismo genera empleos temporales, que están mal pagados y proporcionan condiciones muy desfavorables. 

A nivel internacional, la imagen en la que se veía a una horda de escaladores subiendo al Everest ya anticipaba que el problema del turismo masificado no sólo ocurre en nuestro país. Al año más de 870 personas suben al pico más alto del mundo. Y en otros lugares como Venecia en Italia, Santorini en Grecia, el Machu Picchu en Perú o Bali en Indonesia también saben lo que es lidiar con masas de turistas que no se ven capaces de gestionar. 

Como indican los expertos, las redes sociales, el marketing turístico o el crecimiento económico global ha permitido que el turismo se masifique. Y esto, aunque podría generar beneficios económicos en el corto plazo, tiene también una serie de impactos a veces negativos en aquellos destinos que experimentan la masificación. Impactos que inciden tanto en el medio ambiente, en la economía local y en la sociedad en general porque provocan una transformación que se convierte en irreversible en algunas ocasiones. 

Tambiél el turismo requiere atención. Hemos pasado años escuchando lo beneficioso que es para la economía, el empleo que genera y lo que supone como industria. Y éste es el momento en el que debemos plantearnos que ni el turismo es el Rey Midas, ni se merece que se nos vaya de las manos. También toca cuidarlo. Debe ser sostenible. 


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