Para cualquier aficionado al fútbol ver jugar a Vinicius es una bendición. En poco tiempo se ha convertido en la referencia del Real Madrid. En sus inicios, la afición madridista y el propio Zidane consideraban que era un jugador con chispa pero sin consistencia e incapaz de rematar con criterio. A base de esfuerzo y trabajo se ha convertido en el mejor jugador del mundo. Tiene un regate imparable, una magia estupefaciente. además a su chispa que siempre acreditó, ha añadido una notable capacidad goleadora. Tiene regate, velocidad y potencia, un físico notable. También una capacidad de insistencia y repetición que descabalga a sus defensores, incapaces de frenarle. Ni los mejores laterales del mundo, como Alexander Arnold o Reece James lo han logrado.
Cuando juega partidos de La Liga española, se ha impuesto la moda entre los rivales del Real Madrid de golpear a Vinicius y provocarle con gestos y palabras. El brasileño es joven, y se cansa de recibir y recibir leñazos, insultos y gestos provocativos. Lo cual le lleva a plantar cara, y le han tomado la matrícula. Es uno de los jugadores de La Liga que más tarjetas amarillas recibe. En cambio sus defensores, los que le atizan, suelen irse de rositas.
Han cundido entre aficionados, periodistas y comentaristas la benevolencia con quienes atizan y provocan a Vinicius y la dureza en las críticas al brasileño. El pasado sábado, durante la retransmisión de la final de la Copa del Rey, Juan Carlos Rivero, narrador oficial de RTVE, se refirió en varias ocasiones al “problema de Vinicius”, mientras que los comentaristas, Jon Andoni Goikoetxea y Chapi Ferrer, ex jugadores del Barcelona, insistían en que “tiene que cuidar los detalles”, mientras Vinicius recibía a modo y los aficionados del Osasuna le gritaban “Vinicius muerete”.
Curiosamente, cuando el Real Madrid juega en la Champions, ni Vinicius recibe tantas patadas y provocaciones ni los árbitros suelen sacarle tarjeta amarilla. Y las aficiones rivales no le gritan “muérete”, incluso algunas han terminado aplaudiéndole. Convendría que en España los árbitros tomaran nota y en vez de estar preparados para al mínimo gesto amonestar a Vinicius, lo estén para amonestar a quienes solo saben pararle a patadas. El espectáculo lo agradecería. De lo contrario algún día le harán daño de verdad, le lesionaran, y todavía le reclamarán a Vinicius que pida perdón.
No es cuestión de defender a tu equipo favorito (el mío es el Real Madrid), sino de defender que el futbol es un espectáculo para disfrutar, y se agradece que de vez en cuando salga un futbolista como Vinicius. Solo por verle a él merece la pena pagar la entrada.