El pasado 29 de octubre una DANA que se acercaba peligrosamente al levante español acabó siendo el origen de una de las mayores catástrofes naturales que hemos vivido, por lo menos en el último siglo. La AEMET llevaba días avisando de la peligrosidad que encerraba las fuertes lluvias esperadas en la zona. Pero no advirtió si podía ser de nivel 1, 2 o 3. Los protocolos no se entienden bien con las predicciones meteorológicas y menos con las advertencias cuando nadie tiene claro si el nivel de peligrosidad es competencia estatal o autonómica. Se ve, que cuando se llega a este punto lo más lógico es lanzar la pelota a uno y otro lado.
La Dana causa desgracias en varias provincias
La DANA tuvo su foco de destrucción en Paiporta pero en general la provincia de Valencia ya guarda como trágica la fecha del 29 de octubre porque solo en ella se han registrado ya más de 200 fallecidos. El temporal ha arrasado no sólo con esta provincia sino también con la de Castellón. Y persiste incluso este viernes día de Todos los Santos, amenazando el sur de Tarragona y, en el otro extremo de la Península llamando a la alerta a otras provincias como Málaga, Huelva, Cádiz y la zona del sur de Extremadura.
Al desaparecer parte de las lluvias torrenciales, en lo que muchos han calificado la peor gota fría del siglo, han tenido que desplazarse hasta Valencia 500 efectivos más de la Unidad Militar de Emergencias (UME) que se han sumado a los 1.200 que empezaron a trabajar a lo largo del miércoles. Pero entre la población, que aún continúa en estado de shock, todavía se preguntan por qué las autoridades les han dejado tanto tiempo sin apoyo, sin respuesta e incluso, sin una alerta a tiempo que les hubiera ayudado a entender la peligrosidad de la tormenta que ha arrasado pueblos enteros y ha sumido en el caos varias localidades.
Como suele ocurrir con el temporal que destruye y causa desgracias, los vecinos han sido los primeros en movilizarse. Los políticos, nada más ocurrir, prefieren escudarse en argumentos exculpatorios que les saquen indemnes de posibles acusaciones de dejación de funciones. Mazón, presidente de la Comunidad Valenciana agradeció que el Presidente del Gobierno acudiese «tan pronto» para mostrar el apoyo del Gobierno estatal al autonómico. Qué menos pensarán algunos.
Los protocolos fallan y demuestran que no estamos preparados para estas calamidades
Desde la oposición fue mejor acusar de dejación de responsabilidades al gobierno central y optar por un discurso de exculpación para Mazón. En declaraciones a los medios, visto desde fuera, parecía que el foco de la noticia estaba más que en el lodo de las calles y los ríos desbordados, en saber quien tenía que haber dado la alerta primero o quién era el responsable de un protocolo que, obviamente no ha funcionado.
La población, llena de barro, acusaba no haber sabido cuánto de peligrosas iban a ser las lluvias del pasado martes porque las alarmas de la alerta de la AEMET sonaron pasadas las 20.00h cuando a muchos el agua le llegaba ya a la altura de la cintura. Los protocolos han hecho aguas. No han servido. Eso está claro. La previsión de lluvias sigue preocupando a comunidades como la catalana o la de Aragón. Las autoridades recomiendan no salir de casa o permanecer en sitios altos donde la lluvia no pueda llegar, al menos del todo.
Y desde otras regiones se movilizan para enviar ayuda a Valencia, donde siguen echándose las manos a la cabeza porque no tienen claro por dónde empezar, dado el caos y la destrucción que han vivido desde el martes. Se ha conseguido recuperar el 85% del suministro eléctrico en la provincia, pero esto sólo es la muestra de que hasta este viernes prácticamente han estado bajo mínimos, incomunicados y perdidos muchos habitantes de la provincia y alrededores. Esta claro que no sólo han fallado los protocolos, sino que tampoco estamos preparados para calamidades como éstas.
La inutilidad de los políticos y el buen corazón de los vecinos
Emergencias ha pedido a la población que no se acerque en sus vehículos particulares a ayudar a la población afectada. Porque esta DANA ha vuelto a demostrar la inutilidad de nuestros políticos y el buen corazón de nuestros vecinos. A todos nos sale la solidaridad por los poros y somos muestra de que en las malas es donde realmente se demuestra de qué pasta estamos hechos. Al margen de que también en estas críticas situaciones los casos de pillaje, robos y demás, también suceden pero no son tan llamativos como las acciones buenas que pretenden ayudar para que todo pueda volver a la normalidad a la mayor brevedad posible.
De nada sirve echar balones fuera o no asumir la más mínima responsabilidad si se da el caso, como en éste, de que a los cuatro meses de asumir el poder en la Comunidad Valenciana lo primero que se decidió fue retirar la Unidad Valenciana de Emergencias. O si en plena acción de la DANA muchas empresas no optaron por mandar a sus empleados a sus casas, con sus familias. No vale ahora rasgarse las vestiduras cuando lo que ha primado ha sido optar por la economía y la rentabilidad antes que por el factor humano.
Dicen los expertos que estos fenómenos van a seguir sucediéndose a futuro. El cambio climático, el calentamiento global, las aguas de los mares, la condensación, el urbanismo desmedido, los descuidados cauces de los ríos y en general nuestra visión actual de cómo deben ser las cosas, que se olvida de que la naturaleza no entiende de euros, nos va a llevar a vivir estas situaciones más a menudo de lo que creemos y queremos. Los protocolos, los balones en los tejados ajenos y las excusas no salvan vida.