El Gobierno de Sánchez acreditó durante los primeros meses de la pandemia una ineficacia insuperable. Le encargó al doctor Simón que nos narcotizara con datos, buena parte de ellos incorrectos, y nos instaló en un estado de alarma en el que se refugió para tenernos privados de derechos elementales y legislar a su antojo, instalado en el disparate. Sánchez y su gente se cansaron antes de empezar a luchar contra la pandemia, pero ahora está instalado en la reivindicación de la resiliencia. Tenernos confinados le permitió ahorrarse bronca mientras escondía sus fracasos y eludía los mecanismos de control democrático.
Y al final se desentendió de todo. Les endilgó el problema a las comunidades autónomas y se centró en preparar con su ingente equipo de asesores un “plan de recuperación, transformación y resiliencia”, con el que garantiza “un crecimiento inteligente, sostenible e inclusivo, incluyendo la cohesión económica, el empleo, la productividad, la competitividad, investigación, desarrollo e innovación y buen funcionamiento del mercado interior con pymes sólidas…”. Y se queda tan ancho el pibe. No se inmuta y dedica su tiempo esencialmente a joderle la campaña en la Comunidad de Madrid a Gabilondo y a colocarle personal porque parece que la única obsesión de Sánchez es acabar con Isabel Díaz Ayuso.
Las medidas contra la pandemia las han tomado las comunidades autónomas porque el Gobierno de España abdicó de sus responsabilidades. Las autonomías le pidieron al presidente ampliar el toque de queda, para lo cual había que modificar el estado de alarma, pero el presidente estaba a lo suyo. Ahora, antes de las elecciones madrileñas no lo va a tocar. O lo retirará a su modo, a su antojo, poniendo en evidencia que no hay un plan. Se viene un caos jurídico y administrativo de aquí te espero. Pero él está tan obsesionado con erosionar a Madrid para de ese modo darles una alegría a sus socios de Gobierno, que la pandemia y los españoles se la bufamos.
El Gobierno de Sánchez se lava las manos…
Quizá ahora que se ha desentendido de todo, el Gobierno al menos nos facilite unas cifras verdaderas de muertos, porque podrá decir que la responsabilidad es de las autonomías, sobre todo de Madrid. Pero es posible que el día 4 se encuentre con un resultado electoral jodido para él, aunque se quitará de en medio. La campaña ha sido Sánchez contra Ayuso, pero si pierde le endilgará el muerto a Gabilondo que lleva muerto desde antes que le resucitara Sánchez para hacer los carteles. Es tan evidente todo. Gabilondo dice que no subirá impuestos y Sánchez le corrige al instante. Pero ahí siguen. El PSOE no termina de entender por qué lleva veinte años sin gobernar en Madrid, pero Sánchez a lo suyo.
Si no se prorroga el estado de alarma los jueces tendrán que controlar a las autonomías. Sánchez se ha lavado las manos. Y hasta Don Simón le lleva la contraria. Y a todo esto, el Tribunal Constitucional sigue callado ante una cuestión que afecta de lleno al estado de derecho y a nuestras libertades fundamentales. Dos estados de emergencia ya y ellos en babia. Cuando se pronuncien y fijen doctrina sobre el primero quizá la doctrina que fijen sea útil para la próxima pandemia.
Y las vacunas. Europa ha fracasado de nuevo y el Gobierno no ha sido capaz, solo faltaría, de enmendar errores. La estrategia de vacunación colectiva que supuso el pago de 2.200 millones de euros para la producción y distribución de vacunas ha fallado. Ha fallado también, especialmente en España, una información adecuada y la confusión es insoportable.
Es evidente que una vacuna puede tener algún efecto secundario. No hay que ser científico para saberlo. Y si uno se molesta en informarse con los científicos, los riesgos de las vacunas no son nada comparados con los beneficios. Yo me puse la primera dosis de Astrazéneca cuando me tocó. Y sin dudarlo, a pesar de que ya había mucha peña rechazándola. Aporto unos datos que pueden servir para entender muchas cosas.
Cada vacuna de Astrazéneca cuesta 2,90 euros (1,12€ los paga la Unión Europea y los Estados miembros los 1,78€ que restan). Pzifer cuesta 19,55€, Johnson and Johnson 11,32€, Moderna 23,98€ y Sanofi 12,32€. La batalla de las farmacéuticas por colocar su producto es dura, y muchos cuelan ante argumentos que no se sostienen. Fue un acierto que la UE comprara Astrazéneca. El Gobierno español no ha sabido manejar la información (es lo que tiene dedicarse a la propaganda). Ha contribuido a la confusión y el acierto ha terminado en otro desastre.
Y además…
- Lo de los abusos policiales en los EEUU es insoportable. Las imágenes de como un agente dispara a un hispano de 13 años con las manos en alto sin portar arma alguna, hielan el corazón. A ver Biden qué hace para acabar con tantos excesos criminales.
- Sánchez le ha entregado ya la llave de las prisiones vascas al PNV, una de las letras que tenía pendientes desde los acuerdos para la “normalización” de ETA. La transferencia está prevista en el Estatuto, como lo está en los de Galicia o Andalucía, que jamás han querido saber nada de ella. En Cataluña ya hemos visto lo que ha sucedido con los condenados por el golpe de Estado del 1-O. Lo que va a suceder en el País Vasco de aquí a nada con los etarras se lo imaginan y acertarán.
- El dislate de RTVE no tiene fin. “Estudio Estadio”, programa deportivo que dirige Juan Carlos Rivero, en la previa del Liverpool-Real Madrid incluyó una encuesta en la que se preguntaba: “¿es bueno para el futbol español que el Real Madrid se clasifique para las semifinales de la Champions?». Y ahí siguen, Rivero y Estudio Estadio.
- Irene Montero se supera cada día. Tras participar en el espectáculo de Rocío Carrasco en Telecinco como estrella invitada, en un acto de campaña de Podemos en Madrid se ha superado en su lenguaje inclusivo atizándole duro al diccionario de la RAE. Arrancó así el show: “hay que garantizar los derechos de todos, de todas y de TODES en nuestro país”. No se puede superar tamaña gilipollez.
- Mi solidaridad con Javier Cercas ante la miserable campaña que está sufriendo de dirigentes y militantes independentistas catalanes a partir de un bulo lanzado en las redes sociales. Tras defender la legalidad constitucional en TV3, las hordas indepes tergiversaron sus palabras. “No me voy a callar ni me voy a marchar” ha dicho Cercas en medio del acoso. Por lo que le queda mucha miseria que soportar. Mis respetos Don Javier.