En un año han pasado muchas cosas en España. La pandemia y sus consecuencias lo han modificado todo. Han ocurrido cosas impensables. Todo está boca arriba o boca abajo. Un año en el que se casa Sabina y se separa Iker Casillas es un año en el que nada es normal. Y esta semana última ha habido un terremoto político en Murcia cuyo epicentro estaba en Madrid con el resultado de un cadáver: una mujer llamada Inés Arrimadas.
La cosa venía rumiándose en Presidencia del Gobierno, con Sánchez e Iván Redondo a los mandos. Se trataba de asestar un golpe mortal al Partido Popular por la vía de las mociones de censura en cadena. Pero Sánchez y Arrimadas minusvaloraron al adversario. Arrimadas que ocultó a su Ejecutiva la jugada en marcha, ordenó presentar moción de censura el jueves por la mañana en Murcia contra el Gobierno en el que estaba Ciudadanos con el PP, o sea, una auto moción de censura, algo peculiar.
Arrimadas y su moción de censura «peculiar»
Ciudadanos propuso a una candidata con tan solo seis diputados, cuando el PSOE que le apoyaba y el PP a liquidar, tenían tres veces mas. El argumento era hacer frente a la corrupción, cuando el secretario general del partido con el que presentaban la moción, el PSOE murciano, está imputado por prevaricación. Y la candidata era la consejera de Empresa que no declaró en su momento, como estaba obligada, su vinculación con una empresa familiar. Nada podía salir bien de un disparate como este.
Isabel Franco, la sicaria de Arrimadas en Murcia, se echó después atrás con dos colegas, cargándose la moción de censura que habían firmado. Franco lo explicó diciendo que “había firmado la moción por disciplina de partido, pero no para darle el Gobierno de Murcia al PSOE”. ¿Pero de dónde ha salido esta señora? ¿De qué se creía que se trataba la moción de censura presentada junto al PSOE? Con personal como este así ha salido la cosa.
Presentada la moción en Murcia, era evidente que el siguiente paso era el gran objetivo de la izquierda: Madrid. Pero Isabel Díaz Ayuso y Miguel Ángel Rodríguez, su Iván Redondo particular, no son gilipollas, saben de qué va esta política nuestra, y se adelantaron disolviendo la Asamblea de Madrid y firmando un decreto de convocatoria de elecciones. PSOE e Iñigo Errejón presentaron media hora después sendas mociones de censura, tratando de evitar las elecciones, pero no ha colado, y los Tribunales le han dado la razón a Ayuso. Así que el martes 4 de mayo hay elecciones en la Comunidad de Madrid.
La izquierda española considera que las mociones de censura, legales sin duda, son el procedimiento democrático idóneo para llegar al poder allí donde los ciudadanos en las urnas les rechazan. Y como muestra esta semana en la que han presentado cuatro. Tres han fracasado ya y la cuarta, la de Castilla y León, parece que fracasará excepto que Ciudadanos la suscriba a la desesperada como venganza de última hora.
Fracaso, ridículo y dimisión
Lo de Ciudadanos además de un fracaso, ha sido un ridículo insuperable y Arrimadas, por dignidad, debiera dimitir. El PSOE ha salido derrotado de una batalla política que le plantea innecesariamente al PP, ganador por ahora a la defensiva. Pero unas elecciones en Madrid son un asunto de política nacional, y más para la izquierda que está desesperada de sumar fracaso tras fracaso en la capital de España.
Unas elecciones madrileñas son más aún una cuestión nacional en plena pandemia, en la que la presidente Díaz Ayuso ha consolidado su liderazgo con medidas diferentes al resto de España respecto a la hostelería y los espectáculos. Si el resultado de las elecciones es una victoria clara de la derecha, como predicen las encuestas, Sánchez estará avisado porque puede ser el principio del fin para él. Es verdad que si Díaz Ayuso necesita de Vox para formar Gobierno, Pablo Casado tiene un problema después de su abrupta ruptura con Vox en el Congreso.
Pero es que Díaz Ayuso puede salir de toda esta batalla política como la gran líder de la derecha, comiéndose crudo a Casado, líder de una derecha en la que ya no existirá Ciudadanos, lo cual facilitará sus opciones de victoria en unas elecciones generales.
Díaz Ayuso tiene la misma tenacidad y objetivo que Sánchez, pero en lo que les conozco a los dos, Ayuso le gana en algo importante: ella tiene una ideología con la que se puede coincidir o no y cree de verdad en las ideas que defiende, mientras que Sánchez quiere el poder por el poder.
El ex-secretario de Organización de Ciudadanos, Fran Hervías, ya ha abandonado el partido y se ha incorporado al PP. Van a ser muchos los dirigentes y militantes de Ciudadanos quienes sigan ese camino. Pasará a la historia Arrimadas que nunca debió abandonar Cataluña para venirse a Madrid. Nunca debió rodearse tan mal una vez instalada a los mandos de la nave.
Y además…
- El Gobierno ha tenido la cara dura el viernes de aprobar una ayuda de 53 millones de euros a la compañía aérea Plus Ultra. No les sonará de nada, pero tiene una flota de cuatro aviones y es una compañía venezolana. Propiedad de tres socios vinculados al chavismo y colegas de Delcy Rodríguez, la vicepresidenta de Maduro. Y después se quejan PSOE y Podemos de que constantemente se les saquen sus vinculaciones con la dictadura bolivariana.
- El Ministerio de Interior se ha gastado nada más y nada menos que 3.000 euros en una cinta para que corra el ministro sin moverse de casa. Al parecer se había averiado la que tenía, y han ido a comprarle una de las más caras del mercado. Si tuviera dignidad, Marlaska devolvería el dinero a los españoles inmediatamente. Pero va a ser que no. Le pagamos la vivienda y además le compramos una cinta paras correr de 3.000 euros con el personal en las colas del hambre.
- Laura Borrás, a pesar de estar imputada por varios casos de prevaricación, falsedad documental y malversación de caudales públicos, ha sido elegida presidenta del Parlamento catalán. Con un par. El siguiente paso de ERC y Junts es formar un Gobierno que insista en desafiar al Estado español. Y los catalanes esperando a que sus dirigentes se ocupen de la pandemia, el paro y la inseguridad en las calles.