RISITAS CÓMPLICES Y CARICIAS EN PALACIO

La semana pasada se celebró el décimo aniversario de Felipe VI como Rey de España. Una imagen destacó entre todas, por encima de las de los Reyes, la Princesa de Asturias y la Infanta Sofía. La de Pedro Sánchez y Begoña Gómez intercambiando risitas cómplices, manitas y caricias con Alvaro García Ortiz. Fiscal general del Estado cerca de ser imputado, por vulnerar la ley en relación con las órdenes que transmitió para hacer públicas informaciones confidenciales sobre el novio de Isabel Díaz Ayuso.


Felipe VI es el Rey de todos los españoles

Ya sabíamos que Pedro Sánchez ocupa un lugar preferente en la política zona levantar muros y descojonarse del personal, pero esa imagen supera lo predecible. Hay que tener una jeta de cemento para comportarse de ese modo, por las tres partes. Por la de la señora de Sánchez, imputada, la del fiscal general, que solicitó el archivo de su imputación, cerca de ser imputado él también. Y, la del enamorado de las epístolas a los tuiteros, que ejerce de jefe del fiscal y disfruta remarcando en público la servidumbre. No acababan nunca las risas y las caricias al más puro estilo Yoli, que ha marcado estilo en este Gobierno que vive entre la ilegalidad, el insulto, el muro, la tontuna y el dislate.

La jornada resultó mejor que buena. Felipe VI y la Reina Letizia le han devuelto a la Monarquía el prestigio que al final perdió con las alegrías fiscales y amorosas del Rey Juan Carlos I. El personal les respeta y hasta los quiere. Y después están los de siempre con lo de siempre. Los independentistas catalanes dijeron que “no celebramos nada porque no tenemos Rey”, y la colaboradora en letras de la ETA, Merche Aizpurúa se sumó a lo que “Felipe no es nuestro Rey”. Además de independentistas muestran una ignorancia insuperable.

Les guste o no, Felipe VI es su Rey, porque es el Rey de todos los españoles, y Miriam Nogueras y Aizpurúa son españolas, aunque no les guste. Y viven, muy bien, con el dinero que les pagamos todos por el puesto que ocupan en el Congreso de los Diputados. Si Pedro Sánchez fuera presidente de la República, Dios y los españoles no lo quieran, a mí me disgustaría. Incluso me preocuparía y cabrearía, pero sería mi presidente. Nogueras y Aizpurúa podían aprender de Arzallus, que era indepe vasco, pero leído y culto. Y cuando llegaba al Palacio de la Zarzuela para despachar con Juan Carlos I, para no decir Rey decía “Vengo a visitar al Señor de Vizcaya”.


Caricias y risitas de toda la cuchipanda

Yoli dijo una cosa chulísima: “Trabajamos para que Felipe VI sea el último Rey de España”. Si Yoli se marca un objetivo político y se dedica en cuerpo, alma, besos y caricias a ello el fracaso está garantizado. Es una coleccionista de traiciones y de fracasos políticos. O sea que la animo a que no desfallezca en su empeño. Y de paso, a que dedique un rato a sus menesteres como ministra y vicepresidenta del Gobierno, aunque le aburra. 

Las imágenes del fiscal general, el presidente y su amada imputada como de cuchipanda, además de obscenas, preocupan. Aunque lo sepamos, esperamos de ellos al menos un poco de disimulo institucional. Solo faltaba en las caricias Conde Pumpido, que andaba por allí, con su toga manchada con el polvo del camino. Pero se cortó y se limitó a los saludos cordiales y educados de recepción, para que pareciera un accidente. Aunque él sigue a lo suyo, que es lo de Sánchez y convertir el Tecé en un tribunal de instancia que no es para enmendarle la plana a las Audiencias y al Supremo en auxilio de los delincuentes de su equipo.

Y entre medias de las risas, Francina Armengol, presidenta del Congreso, con cara de yo no fui y sonrisa cómplice, pero sin abrazos, besos y caricias, como Carmen Calvo, ex mano derecha de Sánchez y hoy presidenta del Consejo de Estado, que no sabemos para que sirve, además de como cementerio de elefantes que se llevan lo suyo sin hacer nada útil.

El show se inició con Sánchez y su amada ya sentados, cuanto entró Alvaro García Ortiz. El presidente le hizo un gesto al fiscal general para que se acercase a saludarle, a él y a su amada imputada. Y todos ellos siguiendo el consejo de la folklórica presidiaria: “Dientes, dientes, que es lo que les jode”, o sea sonrisas a saco. Y el presidente del Senado y el del Cejepejota mirándose un poco asombrados por el espectáculo. O no.


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