Quise ser periodista desde muy pequeño, cuando leí en el diario “Pueblo” (allá por 1964 si no me equivoco) un serial sobre el famoso asalto al tren de Glasgow liderado por Ronald Biggs. Ahora Jesús Fernández Ubeda publica, editado por Debate, el libro “Nido de piratas”. Magnífico retrato de la redacción de “Pueblo” donde se curtieron auténticos maestros del oficio. Algunos de ellos buenos amigos, como José María García, Arturo Pérez Reverte, Raúl del Pozo, Julia Navarro, Jesús Hermida (q.e.p.d), Miguel Ors, Tico Medina, Carmen Rigalt, Andrés Aberasturi, Raúl Cancio o César Lucas, entre muchos otros. “Pueblo” estaba en la calle Huertas,73, en el edificio compartido con el Sindicato Vertical. Hoy sede del Ministerio de Sanidad y hasta que dejó el Gobierno sede también de la vicepresidencia que ocupó Pablo Iglesias.
“Nido de piratas”, a los periodistas, nos genera nostalgia de otros tiempos en los que se practicaba el periodismo. En “Pueblo” los citados colegas toreaban cada día a un director peculiar pero que les defendía con entusiasmo, Emilio Romero. Y a una censura que les vigilaba de cerca. En esa redacción se fumaba, se bebía y se follaba, pero sobre todo se buscaban noticias, se contrastaban, se escribían, muy bien por cierto, y se publicaban. O sea, lo que hace o debería hacer cada periodista. Estaban controlados por una dictadura pero ellos eran especialistas en amargarle el café a los gerifaltes del franquismo.
Allí se hacía periodismo y de allí salieron muchos periodistas. Si un periodista de hoy saliera de su redacción y le transportaran en el tiempo hasta la redacción de “Pueblo” le daría algo. No había ordenadores sino máquinas de escribir Olivetti con papel de mala calidad. No había teléfonos móviles sino unos pocos teléfonos fijos por los que había que pelear. Y, sobre todo, los periodistas salían a la calle, tenían fuentes de información, se disfrazaban para acceder a lugares prohibidos, hacían lo que fuera por una noticia trascendente y veraz.
«Pueblo» Periodismo del bueno…el de verdad
Si, era un nido de piratas que amaban su profesión. Gustaban de firmar piezas periodísticas magistrales, que reporteaban y mataban por firmar en primera una exclusiva. No había indiferentes, solo había periodistas que competían cada día con el cuchillo entre los dientes por hacerse con noticias relevantes, verdaderas y a ser posible exclusivas y que, al terminar, siempre tarde, golfeaban juntos en la noche madrileña buceando en lo prohibido.
Poco a poco los periodistas de «Pueblo» fueron abandonando el periódico y fichando por nuevas cabeceras y cuando Adolfo Suárez, con el eficaz apoyo de Juan Carlos I, se cargó al director, se acabó Pueblo, que agonizó hasta que Felipe González acabó con la prensa del Movimiento.
En Pueblo trabajaban periodistas que respetaban su oficio, que es un sacerdocio. Y, esos periodistas, la mayoría formidables escritores, eran valorados por la sociedad y temidos por los políticos. Ninguno se vendía a nadie. Todos lo daban todo por una noticia, y como buenos periodistas eran vividores, disfrutones. En aquella época les llamaban golfos. Ojalá hubiera hoy periodistas de ese nivel, comprometidos con la búsqueda de noticias y no entregados a la propaganda y al periodismo de rodilleras. La mayoría de los de hoy hubieran durado un minuto en “Pueblo”. Y eso que trabajaban en un diario del Movimiento y bajo una censura infatigable. Pero vendían muchos periódicos. La publicidad les acompañaba, la empresa les pagaba bien y el director, ideológicamente vinculado al régimen, era también periodista, y cuidaba y protegía a sus piratas con esmero.
Me ha salido un artículo nostálgico, sí, porque siento nostalgia de ese periodismo. Después, lo más parecido que hubo a “Pueblo” fue el “Diario 16” en el que comencé y donde aprendí lo poco que sé del oficio. Allí, también entre humo y alcohol se hacía periodismo del bueno. Junto a algunos de esos maestros tuve el honor de trabajar, yo un pipiolo y ellos unos veteranos. Hoy vivo con la sensación de que en el periodismo sobran periódicos, radios y televisiones y faltan nidos de piratas como el de “Pueblo”. Honor a todos los colegas que desde ese nido tanto nos enseñaron.
Y Además..
- Los siete etarras con delitos de sangre que figuraban en las listas de Bildu dicen ahora que retiran su candidatura “en la medida de lo posible” (sic) y que si resultan elegidos no tomarán posesión de sus cargos. Su primer objetivo, copar la atención en la campaña y hacer daño a las víctimas, conseguido. Montado el lío ahora salen a la palestra a hacerse los buenos y dicen actuar porque quieren “favorecer la convivencia en paz”. A buenas horas. Pero no engañan a quien no quiera dejarse engañar. Lo que hacen es un movimiento táctico para tratar de que Bildu no se vea perjudicada en las urnas. De entrada, en su comunicado dicen que “no está en nuestro ánimo ocultar el pasado… No queremos un futuro sin pasado”. Queda claro, no quieren un futuro sin ETA. Ya lo sabíamos. Y añaden que “nos queremos dirigir en primer lugar a las víctimas de ETA y, en general, a todas las personas que han sufrido en este conflicto, para mostrar así nuestro compromiso para que ni nuestras palabras ni nuestras acciones añadan jamás el más mínimo padecimiento al ya habido”. Lo de retirar las candidaturas “en la medida de lo posible” es de traca. Parece que la estrategia es intentar por todos los medios conseguir los votos para acceder a los Ayuntamientos para después renunciar a tomar posesión, o no, según les convenga. Ellos sabían muy bien, y por eso lo hicieron, que presentándose añadían mucho dolor y padecimiento a las víctimas. Pero con ellos o sin ellos, como escribí el lunes, Bildu es ETA. El número 1 es David Pla, ex número 1 de ETA, la cara visible es Arnaldo Otegui, terrorista etarra experto en secuestros. No hace falta más. ¿Qué no todos los miembros de Bildu son ETA? Es verdad, hay algunos que aceptan, ellos sabrán por qué, formar parte de ese proyecto que busca “no tener futuro sin pasado”, y el pasado no es el de ningún conflicto, es el de una organización terrorista que asesinó a 900 personas, provocó millares de víctimas y forzó al exilio a decenas de miles de vascos. O sea, unos terroristas y el resto, víctimas. Eso es lo que hubo. Veremos si cumplen su palabra, porque de fiar no son. Ellos no quieren un futuro sin ETA. Y saben que cada vez queda menos para que lleguen, de la mano del PSOE, al Gobierno Vasco, sun principal objetivo. Y a las víctimas, que les den. Así son los terroristas.