Vito Quiles, periodista, fue objeto el pasado miércoles de otra agresión de un antifascista. Esta vez fue Pablo Iglesias, que presentaba su libro “Enemigos íntimos” en su taberna Garibaldi. No he escuchado voces en defensa de Quiles ni he visto concentraciones en su favor o manifiestos de abajofirmantes en defensa de la libertad de prensa, y me parece lamentable.
Vito Quiles le preguntó, ya en la calle, a Iglesias por supuestos casos de abuso laboral de sus empleados en la taberna. Y la respuesta de Iglesias, el progresista antifascista fue: “Creo que los fascistas sobráis aquí, que eres un provocador, Vito, y que no deberías estar. Y que gente como tú es basura y ojalá te echen de actos como estos porque das asco”, para acto seguido arrebatarle el micrófono y lanzárselo al suelo mientras los esbirros de Iglesias gritaban “fuera fascistas de Madrid”.
Ojo que estos progresistas antifascistas cualquier día pasan del lanzamiento de micrófono al de piolet
Me vienen al pelo las palabras del pastor alemán Martin Niemöller: “Primero vinieron a por los socialistas, y guardé silencio porque yo no era socialista. Luego vinieron a por los sindicalistas, y no hable porque no era sindicalista. Luego vinieron a por los judíos, y no dije nada porque no era judío. Luego vinieron a por mí, y para entonces ya no quedaba nadie que hablara en mi nombre”.
Estos antifascistas que gobiernan España, y sus corifeos, por ahora a los periodistas que les critican les agreden arrebatándoles el micrófono y arrojándolo al suelo (la sin par Ana Pardo de Vera, de las Pardo de Vera de toda la vida, a Bertrand Ndongo, que es negro, tras lanzarle el micro le dijo que lo recogiera como gorila). Pero ojo que cualquier día pasan de las musas al teatro y del lanzamiento de micro a la agresión física.
Conviene recordar que, como citaba el sábado Santiago González en su «A contrapelo» de El Mundo, Iglesias «se despidió de sus adeptos en Twitter con besos y piolets, pezqueñines. Y el piolet fue el instrumento con el que Ramón Mercader rompió el cráneo a León Trotsky por cuenta de Ióisif Stalin». O sea que ojo con estos progresistas antifascistas lanzamicrófonos, que cualquier día salen con el piolet antifascista.
El silencio de la profesión ante el ataque a Vito Quiles me parece vomitivo
El silencio ante la agresión a Quiles es vomitivo. Y advierto, estos mismos que ahora lanzan micros cualquier día lanzan otra cosa y habrá un disgusto muy serio. Mientras llaman fascista a cualquiera que disienta de ellos, se envalentonan y reclaman la persecución y la muerte, por ahora civil, de los discrepantes.
Por cierto. Dos apuntes sobre la taberna de Iglesias, “Garibaldi”, y sobre su libro “Enemigos íntimos”. Como la taberna debe irle regular tirando a mal ha tenido los huevos de arrancar una colecta entre sus amigos y conmilitones ideológicos para que pongan pasta para buscar un local más grande. O sea que quiere que sus colegas políticos le costeen una ampliación de su negocio particular. Y todo ello después de dejar claro que su taberna es el vaticano de la izquierda progresista y antifascista. Tiene una jeta que se la pisa este hombre.
El siguiente paso del progresismo antifascista a a ser retirar la credencial a Vito Quiles y Ndongo en el Parlamento
Respecto al libro, que pretende ser la rampa de lanzamiento de su señora como próxima candidata de Podemos a la presidencia del Gobierno, al final es una historia más del odio entre comunistas, un ajuste de cuentas y una exhibición de su obsesión con el periodismo. Una vez que Iglesias ha decidido, porque EL lo quiere, que su señora sea la próxima cabeza de lista de Podemos, él y sus sicarios atacan por tierra mar y aire a Sumar y a Yolanda Díaz, a quién EL designó vicepresidenta y lideresa para tratar de hundir a Sánchez y el PSOE. Y en el libro salen a relucir las típicas venganzas personales entre comunistas. O sea, una historia de poder, celos y traiciones a braga quitada.
Vito Quiles, como cualquier periodista, te puede gustar más o menos. Puedes estar más o menos cerca de su línea editorial. Pero ejerce el periodismo y creo que es obligación de todos defender la libertad de prensa. Yo no soy un entusiasta del estilo de Vito Quiles, pero con entusiasmo defiendo su derecho a trabajar y estoy con él cuando le agreden los progresistas antifascistas. Por supuesto que sí, me solidarizo con él. Y con entusiasmo y convicción. Faltaría más.
En esta España progresista autodenominarte antifascista parece que te da patente de corso para agredir al discrepante
Acosar y agredir a un periodista es un ataque, por encima de todo, a la libertad de prensa, y por supuesto a la libertad de expresión. Los comunistas nunca han sido partidarios de la libertad, y con frecuencia han recurrido a la violencia, pero en esta España de hoy parece que autodenominarse antifascista te da una patente de corso para agredir a quien no piensa como tú, y esto es inaceptable.
El siguiente paso del progresismo antifascista con Vito Quiles y Bertrand Ndongo va a ser que el Congreso les retire las acreditaciones para poder trabajar en el Parlamento. Va a suceder, y ningún periodista acreditado va a mover un dedo en su defensa. Ninguno de los que posó junto a los leones con cartelitos de “Señalar no es periodismo” va a mover un dedo. Yo, cuando vayan a por ellos, los del cartelito, estaré a su lado. Eso, y no la ideología, es lo que me diferencia de ellos. Con la libertad de prensa y la libertad de expresión siempre, y más aún cuando se trata de defender a alguien que no piensa como tú. Mi apoyo a Vito Quiles ante esta nueva agresión antifascista.