MANUEL MARCHENA

No cesa el eco de las gravísimas acusaciones del Gobierno y sus soguillas mediáticos contra el Tribunal Supremo por haber condenado al fiscal general del Estado, Álvaro García Ortiz. Los cinco magistrados que votaron a favor de la condena son presentados como golpistas prevaricadores. Las dos magistradas partidarias de absolver como valientes progresistas. Y el centro de toda la ira que se destila es el magistrado Manuel Marchena.

En RTVE, donde Cintora, han destacado dos que han sido ropones en sus críticas a la condena de García Ortiz. Baltasar Garzón, condenado en su día y expulsado de la carrera judicial por el gravísimo delito de ordenar interceptar las conversaciones entre abogados y clientes del “Caso Gürtel”, un prevaricador de libro, que se pone estupendo el criticar al Supremo. Y sin despeinarse.

Teresa Peramato, nueva fiscal general, acudió al juicio en el Supremo a apoyar a Álvaro García Ortiz

Y José Castro, ex funcionario de prisiones y juez que instruyó la causa contra la infanta Cristina y a su marido, Iñaki Urdangarín, al que condenaron, en el Caso Noos. Castro, que acusa al Supremo de prevaricar, llegó a decir comentando el libro “Reconciliación” de Juan Carlos I, que le tenía manía. O sea, que teniendo manía al Rey instruyó una causa contra su hija y a su yerno. Todo un ejemplo sin duda. No me gustaría que me investigara un juez que me tiene manía.

Sánchez ya ha nombrado a Teresa Peramato como sucesora de García Ortiz. Por supuesto es “progresista” y miembro de la minoritaria Unión Progresista de Fiscales. Peramato, buena amiga de Lola Delgado, señora de Garzón, acudió al juicio a apoyar a García Ortiz con entusiasmo de grupi. De lo que deduzco que tiene claro que depende de Pedro Sánchez.

El PSOE propuso a Marchena como presidente del CGPJ y el Supremo. Ahora le llaman golpista judicial

Pero quien está en el centro de todas las críticas del progresismo gubernamental y mediático es Manuel Marchena, uno de los cinco magistrados que votaron por condenar al fiscal general. Le presentan como el cabecilla de un golpe de Estado judicial. El suyo era un voto entre siete, pero para el progresismo patrio es como si la decisión fuera solo de Marchena. O como si Marchena hubiera mandado en el resto de magistrados.

En 2018, cuando PP y PSOE negociaban la renovación del Consejo General del Poder Judicial (CGPJ), el PSOE propuso a Marchena para presidirlo. Se filtró un mensaje de WhatsApp del senador del PP Ignacio Cosidó con unos colegas, en el que decía que si se nombraba a Marchena “controlamos la Sala Segunda del Supremo por detrás”.

Marchena, que era el candidato que proponía el PSOE, inmediatamente publicó una carta en la que decía que jamás había entendido la carrera judicial como un instrumento político y anunció que no aceptaría en ningún caso presidir el CGPJ y el Supremo.

Conozco algo a Marchena, lo suciente para que me conste que es un hombre íntegro y un jurista brillante

Cosido no conocía de nada a Marchena. La bobada que escribió en ese WhatsApp perjudicó la imagen del magistrado. Cosidó, que nunca fue el más listo de su clase, pero que llegó a director general de la Policía con el PP de Rajoy, ha desaparecido de la vida política. Afortunadamente.

Publicada la carta de Marchena anunciando que no aceptaría la propuesta del PSOE, Pedro Sánchez dijo que Marchena era el idóneo y que su renuncia lo acreditaba como tal. E incluso, en la negociación para renovar el CGPJ en 2020, Sánchez de nuevo le ofreció a Marchena la presidencia del CGPJ y el Supremo garantizándole que era candidato de consenso con el PP. Marchena se mantuvo en las mismas y rechazó la oferta. Ni con consenso ni sin consenso aceptaría.

Marchena es un jurista de incuestionable prestigio al que todo el mundo califica de conservador. Le conozco algo y me constan sus vastos conocimientos jurídicos y su integridad. Algunas de sus sentencias no me han gustado, pero no me cabe duda de que siempre ha decidido en función de lo que constaba en las causas, en conciencia jurídica, y no por ideología. Por encima de su ideología, Marchena es un jurista brillante y honrado.

En varias ocasiones, en casos de mucha relevancia jurídica y mediática, el Supremo había anunciado el fallo de una sentencia antes de la sentencia completa

Siendo presidente de la Sala Segunda, archivó más de 50 querellas contra Pedro Sánchez. Es evidente que, si actuara por motivos ideológicos deseando perjudicar al PSOE y a Sánchez, tuvo más de 50 oportunidades para no archivar alguna de esas querellas. Pero no lo hizo, las archivó porque consideraba que no había materia jurídica para abrir una causa.

Y respecto a quienes consideran una anomalía inaceptable que el Supremo haya hecho público el fallo contra García Ortiz sin publicar la sentencia completa, dos cositas. Los magistrados no tenían duda de que ninguno de ellos iba a filtrar el fallo, pero el mismo lo conocía también Isabel Perelló, presidenta del Supremo y el CGPJ. Para evitar que desde el CGPJ se pudiera filtrar el fallo decidieron hacerlo público.

Y no es la primera vez que la Sala Segunda del Supremo adelanta un fallo condenatorio sin que se conozca la sentencia completa. Ya ocurrió en el caso de “La Manada” de Pamplona. También con la sentencia del escándalo de los ERE de Andalucía, y con la del Caso Asunta. Y la Sala Tercera, de lo Contencioso-Administrativo, también adelantó el fallo sobre la exhumación de los restos de Francisco Franco del Valle de los Caídos. En ninguno de los casos citados desde el Gobierno se acusó de prevaricación o de dar un golpe de Estado al Supremo. En todos los casos se trataba de asuntos de enorme trascendencia jurídica y mediática.

Los jueces tienen ideología, claro que sí. Seguro que alguno se deja llevar por ella. Pero creo que la mayoría no actúan de ese modo. En cualquier caso, es inédito e inaceptable que desde el Gobierno se lance una campaña disparatada, con el apoyo de sus huestes mediáticas, calificando de prevaricadores a los 5 jueces que votaron a favor de condenar al fiscal general y calificando el fallo de golpe de Estado. Es de una irresponsabilidad manifiesta. No me quiero imaginar lo que pueden decir si en los juicios que les esperan, son condenados el hermano y la amada de Sánchez. Respecto a los que el presidente ya ha dictado, por supuesto, su fallo: inocentes.

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