Las Campanadas de fin de año en España son un evento televisivo cargado de tradición y simbolismo. Cada año, millones de espectadores sintonizan sus televisores para despedir el año que termina y dar la bienvenida al nuevo con las icónicas doce campanadas desde la Puerta del Sol en Madrid. Sin embargo, las Campanadas de 2025 presentadas por David Broncano y Lalachus en Televisión Española no han pasado desapercibidas. Han generado una polémica que ha sacudido el panorama mediático, cultural y político del país.
Unas Campanadas con polémica y burla hacia los sentimientos religiosos
La polémica comenzó cuando Lalachus, durante el directo, mostró una estampa que combinaba la imagen del Sagrado Corazón de Jesús con la cara de una vaquilla del popular programa «Grand Prix«. Este hecho fue percibido como una falta de respeto hacia los sentimientos religiosos, especialmente hacia la comunidad católica. La organización Hazte Oír fue una de las primeras en reaccionar. Anunciando una denuncia contra Lalachus y el presidente de RTVE, al considerar el acto como un delito contra los sentimientos religiosos.
La reacción pública tampoco tardó en dar su opinión. Figuras influyentes como Javier Tebas, presidente de La Liga, y el arzobispo de Sevilla, José Ángel Saiz Meneses, expresaron su rechazo categórico a lo ocurrido. Lo calificaron de “burla” hacia la fe cristiana. Por otro lado, personajes como Jordi Évole y el diputado Gabriel Rufián defendieron a Lalachus. Argumentaron que la libertad de expresión es un derecho fundamental que debe ser protegido, incluso cuando resulta incómodo para algunos sectores.
La polémica de las Campanadas adquirió una nueva dimensión cuando el ministro de la Presidencia, Félix Bolaños, anunció que el Gobierno promovería una reforma del delito de ofensa religiosa en 2025. La justificación para esta reforma era “garantizar la libertad de expresión y creación”, según palabras del propio ministro. Este anuncio fue interpretado por una buena parte de la ciudadanía como un respaldo a los presentadores. También como una intrusión en un asunto que debería ser resuelto por la justicia y no por el Ejecutivo.
El Gobierno en su mundo de dictadura y tiranía
Como siempre, el gobierno del Señor Sánchez haciendo de las suyas, en su mundo de dictadura y tiranía. La intervención del Gobierno vuelve a levantar ampollas sobre la separación de poderes y el papel que debe jugar el Estado en cuestiones que involucran la cultura y la religión. Algunos críticos acusaron al Gobierno de intentar manipular el debate público. También de tomar partido en un asunto que podría haber sido manejado de manera más neutral.
En cuanto a RTVE, como televisión pública, tiene una responsabilidad adicional en la gestión del contenido que emite. La decisión de permitir un acto tan controvertido refleja una falta de supervisión editorial y una posible desconexión con las sensibilidades de su audiencia. La dirección de RTVE debería haber previsto el impacto que un gesto como el de Lalachus podría tener, especialmente en un momento tan simbólico como las Campanadas.
Poniendo en contexto todo lo anterior, el incidente de las Campanadas 2025 debe servir como un recordatorio de la responsabilidad que acompaña a la libertad de expresión. Especialmente en plataformas públicas de gran alcance. David Broncano y Lalachus, al igual que RTVE, deberían reflexionar sobre las implicaciones de sus acciones y el impacto que tienen en la sociedad. El Gobierno también debería ser cauteloso al intervenir en debates culturales, asegurándose de respetar la autonomía de las instituciones y la pluralidad de opiniones.
En última instancia, el objetivo debería ser fomentar un espacio público donde se pueda celebrar la diversidad de pensamiento y expresión sin caer en provocaciones innecesarias ni ofensas gratuitas. Solo así se podrá construir un entorno mediático y cultural que sea verdaderamente inclusivo y respetuoso para todos.