El dinero físico se convirtió durante el apagón en España en la medida de la riqueza de cada individuo. Cualquiera con cien euros en el bolsillo era más rico que otro con una American Exprés sin límite de crédito en su cartera, pero sin cash en la mano. El reciente apagón masivo en España ha puesto de manifiesto una realidad que muchos habían pasado por alto: la fragilidad de los sistemas digitales y la importancia del dinero en efectivo como herramienta de intercambio en situaciones de crisis.
Durante horas, gran parte del país quedó sin electricidad. Se paralizaron cajeros automáticos, datáfonos y plataformas de pago electrónicas. Comercios, supermercados y estaciones de servicio solo aceptaban efectivo. Millones de personas sin acceso a bienes esenciales si no llevaban billetes o monedas. Este incidente evidenció que, en un mundo cada vez más digitalizado, el efectivo sigue siendo un pilar de resiliencia.
El apagón no solo afectó la comodidad cotidiana, sino que también expuso los riesgos de una sociedad completamente dependiente de los pagos electrónicos. En un escenario donde la infraestructura digital colapsa —ya sea por fallos técnicos, desastres naturales o ciberataques—, el dinero físico se convierte en la única alternativa viable para mantener la economía en marcha.
El dinero en efectivo, último bastión de la libertad individual
La lección del apagón choca con los planes de implementar monedas digitales, como el euro digital, promovido por el Banco Central Europeo. Aunque se presenta como una solución moderna, el euro digital plantea serias preocupaciones sobre el control y la libertad individual. A diferencia del efectivo, que permite transacciones anónimas y descentralizadas, el euro digital estaría gestionado por una autoridad central. Y esto conlleva la vigilancia de cada movimiento financiero.
En un contexto de crisis, como el apagón español, un sistema basado exclusivamente en una moneda digital podría dejar a la población indefensa ante fallos tecnológicos o decisiones arbitrarias de las autoridades, como restricciones de acceso a fondos. Además, la eliminación del efectivo limitaría la capacidad de las personas para realizar transacciones sin depender de una infraestructura digital vulnerable.
El apagón en España debe servir como una llamada de atención. Preservar el dinero en efectivo no es solo una cuestión de practicidad, sino también de libertad y autonomía. Mientras las autoridades avanzan hacia la digitalización, los ciudadanos deben exigir que el efectivo siga siendo una opción válida, garantizando así un equilibrio entre innovación y seguridad en un mundo cada vez más impredecible.