Insuperable Morante

No entiendo casi nada de toros, pero me gustan los toros y los toreros que rebosan arte. Esta semana, en Las Ventas, hemos visto una faena y un quite de Morante que creo que hacen historia.

Estaba toreando de lujo Morante a un toro de Garcigrande llamado Seminarista. En un momento de la lidia, salió el torero del burladero en auxilio del banderillero y le hizo un recorte al toro, sin capote, con un vasito de plata en la mano, que se ha quedado grabado en mi memoria y en la de cualquier que tuviera la suerte de verlo. Magia pura. Arte en vena.

Tuve la sensación con Morante de estar viendo torear a la historia del toreo. Que suerte que lo vieran mis ojos

Soy seguidor convencido de José Tomás. Pensé que no hay torero mejor. Visto Morante de la Puebla, he percibido en él la misma magia que en José Tomás. El miércoles la plaza estaba a reventar. La corrida de la Prensa. Toros de Garcigrande para Morante, Talavante y Tomás Rufo.

Morante estuvo cumbre. Insuperable. Torea despacio, elegante. Como me sucede cuando veo a José Tomás, tuve la sensación de estar viendo torear a la historia del toreo. Me sentí afortunado de que lo vieran mis ojos.

Y ese quite sin capote ni muleta, con el vasito en la mano. Arte, valor, templanza y sabiduría. Una joya del toreo

Y ese quite sin capote ni muleta, con el vasito en la mano, tauromaquia de una belleza insuperable. Arte, valor, templanza y sabiduría. Morante, de pronto, puede parecer subido de peso, pero su agilidad es de otro mundo. Que forma de torear. Que suerte ver a Morante.

El presidente, Ignacio Sanjuán, pese a la petición mayoritaria de los tendidos, no le concedió ni una oreja a Morante. Y el torerazo, aclamado por el público, no quiso ni dar la vuelta al ruedo. Hizo una faena que podía haber sido de puerta grande. Una joya del toreo.

En un palmo de terreno Morante despacha verónicas con distinción y elegancia. Hizo una faena de puerta grande

El presidente no va a volver a ver una faena como esta de Morante en su puñetera vida. En un palmo de terreno, Morante despacha verónicas con distinción y elegancia. Torear así, despacio, parando, sin correr, es arte reservado para unos pocos maestros.  Morante hizo la mejor faena de la Feria de San Isidro, de puerta grande sin duda, y un presidente infame le robó los premios que merecía y que pensé que le llevaban ya a la calle de Alcalá a hombros, regado de claveles reventones.

Lo que tiene Morante es que, cuando piensas que lo que has visto es insuperable, la siguiente lo mejora. Y lo malo es que como él no hay nadie, porque José Tomás no sabemos si volverá a torear. Que sueños sería verlos juntos el mismo día en la misma plaza. Un sueño. Pero no todos los sueños se cumplen. Dios dirá.

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