Comienza una huelga de jueces que se prolongará tres días y no puedo tener sentimientos más encontrados al respecto. Por un lado la reforma legislativa que pretende el Gobierno es un ataque frontal a la independencia de los Jueces. Y es evidente que semejante medida merece un paro que debería ser indefinido si el sanchismo insiste en colonizar también el Poder Judicial. Pedro Sánchez lleva meses tildando de lawfare toda resolución que no le guste o no le favorezca. Y con esta reforma pretende introducir un ejército de Jueces afines puestos en los Juzgados por la puerta de atrás. Y que los colocados hagan de Conde Pumpido sin pudor ninguno.
Dicho lo anterior no es ningún secreto que a mí el colectivo de Jueces en general no me inspira ninguna simpatía. Y francamente ellos hacen bastante poco por ganarse el respeto de los ciudadanos. Ciudadanía que es quien realmente paga la huelga de los jueces. Porque los procedimientos que estos tres días se suspendan, a quienes generarán retrasos sobre los retrasos en la obtención de su derecho a la Justicia, será a los justiciables. Y el servicio que prestan los Jueces a los ciudadanos, que son quienes pagan sus sueldos con ingentes impuestos, es cada día más infame.
En el gremio de los Jueces, como en cualquier colectivo, hay mejores y peores profesionales. Pero desde mi concepción de los valores, y es solo mi opinión, en todos ellos sin excepción late una inmoralidad de raíz que les hace indignos de mi respeto. Las leyes procesales establecen plazos clarísimos dirigidos a los Jueces para el dictado de sus resoluciones. Y todos ellos asumen con pasmosa naturalidad que la puta ley no rige para ellos. ¿Por qué? Pues porque ellos tienen mucho trabajo, pobrecitos. Y como los que se joden son los ciudadanos y no ellos, pues no importa.
La huelga de Jueces y el imperio de la Ley
La Judicatura si tuviera dignidad habría ido a la huelga en cuanto constató que con los medios de los que se les dota, no pueden cumplir con la ciudadanía a la que se deben en los plazos legalmente establecidos. Pero lo cierto es que se la suda cuánto tiempo tenga un ciudadano que esperar por la resolución de, por ejemplo, un recurso de reforma penal, aunque la Ley le imponga que lo haga en dos días.
Si para desempeñar tu trabajo el sistema te obliga a violar la ley, y tienes un mínimo de decencia, dejas el trabajo, mandas el sistema al carajo y te vas a tu puta casa. Pero esos no son los Jueces. Los Jueces están ahí para aplicar la Ley a los ciudadanos al tiempo que en lo suyo se pasan la ley por los bajos de sus puñeteras togas. Que hagan huelga si quieren porque vean en riesgo lo suyo. Pero que no nos vengan con que lo hacen por los ciudadanos y por la Justicia. Porque llevan décadas meándose en los unos y en la otra.
Los Jueces mejor que nadie saben lo que decía Séneca: “no hay mayor injusticia que la justicia tardía”. Y ellos no es que vayan tarde. Es que el sistema de Justicia es ya un despropósito de dimensiones siderales. Maneja unos tiempos tan demenciales, que invitan al común de los mortales a resolver sus cuitas a la napolitana antes que acudir a un Juez. Que hagan huelga, pero que no nos tomen por imbéciles.
