Día 28 de octubre de 1982. Felipe González junto a su entonces esposa Carmen Romero, espera el resultado del recuento electoral en casa de Julio Feo. Alfonso Guerra, su número 2 le llama mucho antes de la medianoche: “Hemos arrasado Felipe. Más de 10 millones de votos. Mayoría absoluta, vamos para el Palace”. Y en el Hotel Palace se confirma: más de 200 escaños. Victoria absoluta de la izquierda. El cambio. Y González y Guerra se asomaron a la ventana para dejarnos la ya icónica foto de ambos con las manos entrelazadas mientras recibían una atronadora ovación de miles de ciudadanos congregados a las puertas del lujoso hotel donde los socialistas celebraban la victoria.
La semana pasada González acudió a un acto en la sede socialista de la calle Ferraz junto a Pedro Sánchez y José Luis Rodríguez Zapatero, e inauguraron una exposición conmemorativa de esa victoria histórica. Sánchez fue, como se pueden imaginar, el protagonista del asunto: “Nos sentimos herederos de tu legado en la confianza de estar en el lado bueno de la historia”, le dijo a González.
González, apodado “Isidoro” en la clandestinidad, se había hecho con las riendas del PSOE en el Congreso celebrado en Suresnes. A las afueras de Paris, en 1974, un año antes de que muriera el dictador. Había ganado la batalla interna al aparato que lideraba Rodolfo Llopis. Era la victoria de “los del interior” frente a los del exilio. La realidad es que en España, “en el interior”, el PSOE no existía prácticamente y la referencia de la izquierda que combatía a Franco era el Partido Comunista. Pero Felipe logró el apoyo de los líderes de la socialdemocracia europea, en especial el alemán Willy Brandt y el sueco Olof Palme.
Ignacio Varela, que trabajó para el primer gobierno de González once años como subdirector del gabinete de Presidencia, ha publicado un libro en el que señala que Felipe fue el mayor referente de la transición. Define al ex-presidente como “laico en lo ideológico, ultracompacto en lo estratégico y ultraflexible en lo táctico”. Un libro lógicamente benévolo con el que fue su jefe más de una década.
Felipe se mantuvo en el Gobierno la friolera de 14 años. En su gestión política hubo luces y sombras, como en la de cualquier ser humano. Es cierto que España se modernizó. Impulsó la educación obligatoria, universalizó la sanidad pública, modernizó la economía, pasamos de 5.000 dólares de renta per cápita en 1982 a 16.000 en 1996. Y puso a España en el mapa de la política internacional. Pero en mi modesta opinión, las sombras de González opacan cualquiera de sus luces. Durante su primer mandato, desde su Gobierno se organizó y financió una organización terrorista, los GAL. Asesinaron a 30 personas y mantuvieron siete días secuestrado en pijama a un anciano viajante de comercio al que confundieron con un etarra.
La guerra sucia contra el terrorismo no la inventó González, y han sido muchos los países que la han llevado a cabo. Pero no hay antecedente alguno de un Gobierno en el que haya sido condenada toda la cúpula de un Ministerio de Interior. Ministro, secretario de estado, director de la seguridad del estado, director general de la Guardia Civil, director general de la Policía, comisarios, sub comisarios y agentes, en diferentes causas por terrorismo. Y ello sin que el presidente asumiera responsabilidad alguna en los hechos. Solo por esto, cualquier otro presidente estaría en su casa, apartado de la vida pública, en un rincón de la historia y en portada de la historia de la infamia. Felipe no. Felipe sigue dando lecciones muy bien pagadas de democracia y de cuando en vez acude a actos del PSOE.
Felipe González ocupa un lugar destacado en la historia de la infamia de España
Me resulta insólito, porque además de los GAL, durante su Gobierno su partido fue condenado por financiarse ilegalmente en el “Caso Filesa” y la corrupción fue galopante, generalizada. Ahí están, además de Filesa, Ibercorp, los Fondos reservados, Roldán y otros tantos escándalos. Nunca olvidaré a González acompañando a José Barrionuevo y Rafael Vera a ingresar en la prisión de Guadalajara, en cuya puerta el PSOE organizó un akelarre repugnante en el que a quienes denunciamos el terrorismo de Estado se nos insultó y amenazó gravemente mientras se vitoreaba al presidente, mientras abrazaba a su ex ministro y a su ex secretario de Estado antes de entrar en la cárcel. La escena retrata a González.
Si cualquier presidente de Gobierno de derecha hubiera sido responsable de la creación de una banda que practicó el terrorismo de Estado y hubiera sido condenada la cúpula de su Ministerio de Interior en pleno no podría salir a la calle en España y la izquierda le vapulearía cada día. González no. González disfruta de la vida que ahora se gana dando conferencias pagadas con formidables cantidades de dinero e incluso asesorando a gobiernos hispanoamericanos.
Pedro Sánchez no traga a Felipe González, a quien ha superado ampliamente en su cesarismo. E incluso el actual presidente ha tratado de evitar que Felipe acuda el próximo sábado 29 al mitin que hará el PSOE en Sevilla para conmemorar los 40 años de la victoria del 82. Aunque González ya ha dejado muy claro que acudirá. Felipe no le perdona a Sánchez su permanente cuestionamiento de la transición y la Ley de Memoria Democrátioca, que establece una comisión para estudiar las violaciones de derechos humanos en España hasta 1983, cuando ya gobernaba el PSOE de González.
Pero Sánchez debe recordar que él acudió a un programa de Telecinco que presentaba Jordi González. En él fue presentado como joven abogado, a defender a Felipe de las acusaciones de su responsabilidad en el Caso GAL, y se despachó a gusto defendiendo a FG y acusando a los periodistas, pocos, que denunciamos los GAL, de estar haciendo el juego a los terroristas. Ahora le dice “estamos en el lado bueno de la historia”. No me extraña que Sánchez considere el lado bueno al lado desde el que se organizó y financió con dinero público una banda de asesinos. Parece coherente.
En fin, que 40 años después lo que me asombra es que visto lo visto Felipe González siga teniendo vida pública. En cualquier otro país democrático no sería así. Durante su mandato desde el Gobierno que él presidía se robó y se mató. No se me ocurre nada más terrible. Y me parece suficiente para que el responsable no vuelva a tener un segundo de actividad pública en la política española. En este caso las sombras oscurecen cualquiera de las luces. La magnitud de las sombras no la opaco éxito alguno en cualquier materia. Insisto, González ocupará un lugar destacado en la historia de la infamia en España.
Y Además…
- El Gobierno y las productoras amigas que están produciendo el documental sobre Pedro Sánchez no encuentran cadena o plataforma que lo compre y lo emita. Pero en Presidencia del Gobierno me dicen: “No hay preocupación. Una vez terminado, si nadie lo quiere ya verás como Alvarez Pallete ordena que Movistar lo compre. Hay muchos favores que compensar. Incluso podría terminar siendo el primer documental que una plataforma emite cobrando, no pagando por él”. Un ejecutivo de Movistar me dice: “En principio los jefes han dicho que no interesa y no tengo noticia de que hayan cambiado de opinión. No lo creo, por más que las relaciones de la casa con el Gobierno sean magníficas”. Pues estaremos atentos a la pantalla.
- Aunque los dirigentes de Vox insisten ante el goteo de salidas que “aquí no pasa nada”, uno de sus más cualificados dirigentes me dice: “La salida de Macarena Olona nos ha hecho mucho daño y lo vamos a pagar en las urnas. Vamos a tener muy difícil ser la llave de alcaldías o gobiernos. Santiago Abascal no quiere verlo. Y decir como dijo el otro día Ortega Smith que como si se van 2.000 militantes, es un disparate. No se puede negar que hay una crisis y que la crisis no se ha resuelto”.
- Por más que Tezanos desde el CIS se empeñe en negar la evidencia y malgastar nuestro dinero en encuestas trajinadas a favor del presidente Sánchez y el PSOE, todas las encuestas de entidades independientes publicadas en los medios apuntan a que el PSOE no solo es que no ganará, es que, como escribe mi amigo Daniel Ramírez en El Español: “Sánchez y Podemos suman juntos menos que el PP y tienen imposible reeditar la coalición. No les valdría ni sumar a su mayoría además, a los nacionalistas, a los ujieres del Congreso o a los camareros”. Y en Presidencia hay quienes insisten al presidente en que se equivoca queriendo agotar la legislatura y le invitan a convocar generales junto a las autonómicas y municipales de mayo en su superdomingo electoral. Pero Sánchez quiere su segundo semestre de 2023 como presidente de turno de la Unión Europea. Su ego es insaciable. Y España y los españoles le importamos un huevo. O sea, nada.