El pasado 31 de julio Estados Unidos mató al líder de Al Qaeda, Ayman Al Zawahiri. Fue una operación llevada a cabo bajo la coordinación de la CIA con un dron que le disparó dos misiles Hellfire, en Kabul (Afganistán), donde residía. Según el presidente Joe Biden no hubo otras víctimas en el operativo militar. Al Zawahiri se encontraba solo en el balcón de su residencia y ni tan siquiera los miembros de su familia que residían con él sufrieron daño. Biden aseguró que esa era una de las condiciones que puso para llevar a cabo el ataque mortal contra el líder de Al Qaeda.
La CIA conocía los hábitos matinales de Zawahiri. Le disparó dos misiles antitanques de 45 kilos. A 76.000 dólares de precio cada uno de ellos. Una operación militar “más limpia” que el desembarco nocturno de fuerzas especiales de la Marina ordenado por el presidente progresista Obama (con la aprobación de Biden), contra la mansión de Osama Bin Laden hace 10 años.
Al Zawahiri, originario de Egipto, fue quien planificó junto a Osama Bin Laden los ataque4s del 11-s contra las torres gemelas de Nueva York. Era uno de los terroristas más buscados por EEUU tras la muerte de Bin Laden, a quien sucedió en la cúpula de Al Qaeda. Organización de la que fue desde su inicio su cerebro estratégico.
En muchos medios de comunicación he leído que Al Zawahiri fue “abatido”. Término habitual en muchos países cuando son el Ejército o la Policía quienes acaban con la vida de alguien. Según la Real Academia de la Lengua abatir es “tirar o hacer caer algo al suelo a una persona o cosa que está de pie en un lugar alto, generalmente con fuerza o ímpetu”. O en su segunda acepción, “colocar en posición horizontal lo que estaba vertical”. A al Zawahri lo han matado. Matar es “quitar la vida a un ser vivo”. Por lo tanto, es incorrecto. Y en mi opinión inmoral, utilizar el término abatir cuando un Ejército o una Policía mata a alguien.
Biden dijo tras matar a Al Zawahiri que “se ha hecho justicia y este líder terrorista ya no existe. Este terrorista ya no podrá volver a actuar. No importa cuánto tiempo pase, ni lo mucho que traten de esconderse. Quienes amenacen a Estados Unidos deben saber que los encontraremos y los liquidaremos”. Expresión esta de todo punto incompatible con la de hacer justicia en un Estado de Derecho.
Que el líder terrorista ya no existe es cierto y evidente. No porque se haya hecho justicia, sino porque el presidente Biden dio la orden de matarlo en lo que viene a denominarse una ejecución extrajudicial. Por no decir un asesinato. Pero la moda para estos hechos es el empleo del eufemismo de “abatir”. Palabra absolutamente inadecuada para los casos que nos ocupan.
Zawahiri asesinado en una operación de la CIA vergonzosa
Muchos han celebrado la decisión de Biden de matar al líder de Al Qaeda. Según me explica Manuel Gazapo Lapayese, doctor en relaciones internacionales y director del International Security Observatory, conviene no lanzar las campanas al vuelo. Hay que tener mucha precaución, porque “Al Qaeda es una organización reticular y resiliente, por lo que el fenómeno terrorista sigue activo. Su muerte no hará más que espolear el avispero radical y generar reacciones de venganza por su muerte. La constitución de su figura como un mártir a imitar y el nombramiento de un nuevo líder”.
Al Qaeda es una marca terrorista internacional con activos en Oriente Próximo, Asia y Africa. Y suceda quien suceda a Al Zawahiri, las sucursales de Al Qaeda, que disponen de bastante autonomía, seguirán con su negocio de la muerte allí donde puedan. Es por ello que no termino de encontrar significado a este ajuste de cuentas. No sé si lo que se trataría es de debilitar a Al Qaeda. El riesgo de un ataque terrorista Yihadista en Occidente es hoy mayor que el 31 de julio. Fuentes del Ministerio de Interior me han confirmado que España está, como todos los países occidentales, “en máxima alerta”. Esto es porque “el peligro es muy real y se espera alguna reacción a la muerte de Al Zawahiri”.
Manuel Gazapo me insiste en que es muy sensible el hecho de que el líder de Al Qaeda se encontraba en Kabul. Residía junto a su familia en un piso franco del Ministerio de Interior, controlado por Sirajuddin Haqqani. Así que conviene analizar si se ha tratado de un fallo de la seguridad que le rodeaba o si ha sido vendido, como lo fue Zarqawi en 2006 por personas cercanas. Y también la posible influencia de Pakistán en la operación y el momento elegido por Biden para dar la luz verde a la misma. Muchas cuestiones relevantes que no verán la luz en los medios aunque de ello dependa buena parte de nuestra seguridad, porque por medio habrá información ya clasificada como secreta. Habrá que estar muy atentos.
Es muy importante tener en cuenta que tras la vergonzante salida de EEUU y la OTAN de Afganistán, y en contra del compromiso adquirido en Doha, los talibanes acogieron al jefe de Al Qaeda y lo alojaron en uno de los mejores barrios de Kabul en una vivienda oficial, lo que evidencia que Afganistán sigue siendo refugio clave del Yihadismo. Washington y Kabul se intercambian acusaciones de romper el pacto de Doha, en el que Donald Trump y el Emirato Islámico de Afganistán acordaron la retirada de todas las tropas estadounidenses y de la OTAN de Afganistán, que por su parte se comprometía a evitar que Al Qaeda operara en bases en su territorio.
No tiene duda que los talibanes no han cumplido. Como no la tiene que los EEUU no olvidan ni perdonan el 11-S. Una vez más se ciscan en todos los principios internacionales y liquidan en territorio extranjero a quien consideran su enemigo número 1 en una operación militar de cuestionable legalidad. Esto supone además otro paso atrás de los derechos humanos y la Justicia internacional. Con asesinatos selectivos de enemigos no se resuelven los conflictos internacionales. En un Estado de Derecho se respetan las reglas porque lo contrario supone colocarse en el mismo nivel que los terroristas. Que al Zawahiri era un criminal es evidente, tanto como que por ello debió ser juzgado con todas las garantías, no liquidado en una operación más de la CIA vergonzosa que en nada contribuye a la paz internacional.