Cuando se ha estado en una sede de la desolación cuesta poco imaginarse el horror. En 1982 estuve trabajando para Diario 16 en Valencia tras la rotura de la presa de Tous. La foto que ilustra este texto la capté en un domicilio de Carcagente en plena tragedia. El agua arrasó con Carcagente, Alcira, Gabarda, Benegida y otras poblaciones.
El desastre de las instituciones del Estado en la gestión de la Dana
Conviví tres días, solo tres días, con el espanto, que se palpa y se huele. Jamás se me borrarán de la memoria las miradas de quienes lo perdieron todo. Miradas de quien sabe que no tiene futuro. Hijos sin padres, padres sin hijos, niños, mujeres y hombres solos sin un lugar a donde ir. Vagando. A la espera de una mano amiga y un fueguito para calentar el alma. Lo peor de esta Dana visto desde casa es el desastre de las instituciones del Estado en la prevención y en la gestión del drama. La Dana no se podía haber evitado, pero las predicciones fallaron y muchas de las víctimas lo son porque la información fue muy defectuosa y porque la ayuda llegó muy tarde.
Y que asco este Gobierno y sus socios. El miércoles, con los valencianos aún abandonados a su suerte, en el Congreso se empeñaron en celebrar un pleno para repartirse Radio Televisión Española nombrando a once títeres afines como consejeros con un salario superior a los 100.000 eurazos anuales. Ahí han colocado a una tertuliana adicta al régimen que trabajó para Zapatero, a la jefa de prensa del triministro Bolaños, al ex jefe de prensa de Oriol Junqueras, y en este plan. Y la portavoz de Sumar, Aina Vidal, tuvo el cuajo de decir que “los diputados no estamos para ir a Valencia a achicar agua”.
Sánchez se marcó el sábado un aló presidente como los de la pandemia, al que solo le faltó que le acompañara Simón diciendo que solo morirían tres o cuatro. Sánchez se engoriló contándonos que él, el uno, es quien ordenó el envió a Valencia de cinco mil policías y guardias civiles, de los soldados y los demás medios que llegaron tarde. Y trasladó un mensaje infame dirigido el presidente valenciano: “Si necesita algo, que lo pida”. Como si la tragedia hubiera ocurrido en Tanzania o en los Andes, el uno, para tratar de debilitar a Mazón, convirtió sus obligaciones con los españoles como un favor a alguien lejano con el que no está obligado. El que necesite algo que lo pida, con un par.
Los diputados no están para ir a Valencia a achicar agua
Y como ha descrito mi Angel Antonio Herrera mejor que nadie, “la pala al hombro para trajinar el desastre es la estampa primera y última del Levante herido, esa franquicia del infierno. Llegó la Dana, creció el caso, se hizo el horror y el gentío se hizo con una pala para ir, en romería animosa, a achicar la desesperación y sacar lodo del pánico. Contra el infinito del mal hemos levantado una pala. Hemos visto un ejército urgente de espontáneos que encuentran en la pala un remedio, porque la pala les sale del alma. Me ha emocionado hasta el ahogo ese cinturón de gentes que se reúne, desde Valencia, pala en mano, bajo trote de entusiasmo para ir a aliviar la catástrofe a los hermanos que no conoce de nada. Iban a la guerra de nadie, que es la guerra de todos”.
Si Angel, de todos menos de nuestros diputados, que no están para ir a Valencia para achicar agua, claro. Con este Gobierno no es que tengamos un Estado en retirada, que también, es que nos acercamos a un Estado fallido. Un Estado que se pretende federal sin serlo, con 17 estaditos, y el personal abandonado a su suerte, que suele ser mala.
Otra guinda de la infamia la puso la consejera valenciana Nuria Montes, que a los familiares de la víctimas y los desaparecidos les dijo que no acudieran a la morgue a buscar sus cuerpos. “Tienen que esperar de forma obligatoria la llamada del Juzgado y la entrega de la documentación pertinente. Que esperen en sus casas”. Después pidió perdón pero el daño ya estaba hecho. Quienes acudían a la morgue no buscaban documentación pertinente, buscaban a sus muertos. Y la consejera les mandó a sus casas, cuando muchos ya no tenían casa.
Tanto hablar Sánchez del fango y con esta tragedia ha salido a flote el fango verdadero, que son ellos. Si ante una catástrofe el Estado no comparece y dependemos de la pala de entusiasmo el fracaso es insuperable. Quedan muchos muertos por aparecer aún. Un policía valenciano me dice que temen que pueden llegar a 2.000, y me insiste en que en tres días no recibieron ayuda. Muchos valencianos se han quedado sin nada, sin familia, sin historia, sin nada. Y cuando pasen los meses y se queden ya a solas con su nada, me temo que sólo les quedará Cáritas.