BEGOÑA NO DICE NADA, Y ÉL TAMPOCO

Begoña Gómez, esposa del presidente del Gobierno, compareció en una comisión de la Asamblea de Madrid. Una vez más, como su marido, optó por el silencio. Ejerció su derecho a no responder. Y trató de hacer un mitin, con lo de siempre, bulos y fango, pero la interrumpieron nada más comenzar advirtiéndole que a una comisión parlamentaria se va a responder preguntas, no a dar mítines.

Será la Justicia quien dirima si Gómez ha cometido algún delito o no. Visto desde fuera, no se comprende su estrategia de no colaborar con la justicia. Tampoco con los diputados de la Asamblea de Madrid. Ha tenido ya varias ocasiones para hablar y despejar las muchas dudas que hay sobre lo suyo. El presidente, que en su primera epístola tras retirarse cinco días a pensar prometió dar explicaciones, aún no las ha dado tampoco. El silencio no configura obligadamente culpabilidad, pero es sorprendente que mientras cada día aparecen nuevos datos que les comprometen, ambos den la callada por respuesta. Es verosímil deducir que no dan explicaciones porque no las tienen, porque saben que no existen.


Silencio más que elocuente de Begoña y del presidente

En la Asamblea de Madrid si habló el rector de la Universidad Complutense, Joaquín Goyache, quien intentó presentar como normal la anomalía de regalarle una cátedra a quien no tenía más mérito para ella que ser la mujer del presidente del Gobierno. Goyache, eso sí, dejó claro que “no hay un perfil similar” al de Begoña Gómez entre las más de cincuenta cátedras extraordinarias de la Complutense. Más claro, agua.

Y muy escandalosa me parece la facilidad con la que La Caixa le daba dinero a la familia de Sánchez, porque esta semana pasada hemos sabido gracias a libertaddigital.com que el mismo ejecutivo de La Caixa que le daba la morterada a Begoña se la dio también al hermano músico del presidente. Conociendo cómo funcionan las entidades bancarias, algo sacarían de tanta generosidad. La que no tienen con sus clientes, a los que les sacan la pasta cada día. Un banco no le da dinero a nadie a cambio de nada. Y que Gómez utilizaba medios públicos en su beneficio particular. Lo cual puede ser un delito. Ha quedado claro al conocerse los correos electrónicos que una funcionaria de Presidencia enviaba pidiendo el dinero con un convincente “dice Begoña”.

Por ahora Begoña no dice nada, y su marido tampoco. Incluso Begoña se fuma una citación judicial diciendo que tiene un viaje a Brasil donde su marido asiste al G-20. El juez Peinado supongo que no quiere más problemas de los que ya tiene, porque probablemente a cualquier otro en iguales circunstancias nos retira el pasaporte. Es legítimo pensar que hay un riesgo de reiteración delictiva de Begoña en Brasil, donde en el G-20 tiene infinitas posibilidades de, aprovechando su condición de “mujer de” experta en fundraising, sacar una pasta de los que andan por allí, que no son moco de pavo. Begoña no dice nada, pero su silencio es más que elocuente.


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