La semana pasada hizo 25 años que nos dejó Antonio Herrero, uno de los mejores periodistas que he conocido. Un tipo de primera, leal, valiente, insobornable, tenaz. Le conocí cuando comandaba junto a José María García Antena 3 Radio, un proyecto montado por Manolo Martín Ferrand que logró algo histórico, desbancar del liderazgo de la radio española a la Cadena SER, con muchos menos medios. “El primero de la mañana” se llamaba su programa, un oasis de libertad. Eran los años duros del felipismo. Yo estaba con la investigación del terrorismo de Estado y Antonio, cada día, se hacía eco de mis noticias y aportaba lo suyo. Formar parte de su equipo de colaboradores fue un gran honor.
Antonio llegaba de la prensa escrita, pero en nada se hizo con un medio nuevo, la radio, y con un instinto descomunal hacía un programa ejemplar, en el que daban noticias y aportaban todas las opiniones. En su equipo de colaboradores encontrabas todas las ideologías. Él tenía la suya, como todos, pero por encima de todo era periodista y ejerció este oficio con una integridad insuperable. Además, era divertido, simpático, seductor, un terremoto de vitalidad y siempre dispuesto a ayudar a quien le podía necesitar. Felipe González se ocupó de acabar con Antena 3, el antenicidio que ya les he contado algunas veces. Pero Antonio y García se fueron a la COPE, y allí siguieron ejerciendo el PERIODISMO, así, con mayúsculas, en libertad.
Murió un sábado haciendo deporte en Marbella. Profesionalmente le había matado Felipe González con el antenicidio, pero revivió en la COPE. González terminó perdiendo unas elecciones y llegó José María Aznar. Y Antonio siguió a lo suyo, contar las verdades y dar voz a todos. Y murió sin saber que la noche anterior a su accidente Aznar le había condenado. Si, la noche anterior a morir Antonio, Aznar invitó a cenar a Federico Jiménez Losantos y Luis Herrero, también en el equipo de Antena 3 y de la COPE con Antonio y García.
Aznar les dijo a Federico y a Luis que se iba a ocupar que la Conferencia Episcopal se cargara a Antonio, le retirara el programa. Y les dijo a ambos que si desligaban su carrera de la de Antonio les salvaría a ellos. Luis y Federico, firmes, le dijeron a Aznar que jamás en la vida, bajo ningún concepto, se desligarían de Antonio, y así terminó la cena.
Antonio Herrero: un periodista con devoción por la verdad
Como Antonio se había ido a descansar el puente del 1 de mayo a Marbella con su familia, decidieron no amargarle la estancia y no contarle la cena hasta que regresara. Pero al mediodía del 2 de mayo de 1998, Antonio salió con su familia en una barca y después de comer decidió bucear. Haciendo submarinismo perdió la vida sin saber que le habían condenado profesionalmente por segunda vez.
Recuerdo ese día 2 de mayo con horror. La llama de José María García, “Antonio ha muerto”. Preparar una bolsa y al aeropuerto hacia Malaga con García y otros amigos, todos rotos de dolor por la pérdida de un amigo y de un periodista esencial. Federico y Luis nos contaron la cena de la noche anterior. Estupor. Indignación. Y en Marbella una ciudad conmocionada porque a Antonio le quería la gente, le seguían con devoción, con la misma devoción que él tenía por la verdad y por su oficio. Allí nos encontramos todos los que estábamos denunciando al felipismo delincuente, a los que Juan Luis Cebrián, director de El País, nos calificó como “el sindicato del crimen”, con dos cojones, los que denunciamos el crimen de Estado calificados de sindicato del crimen. Y después Madrid, el funeral en La Almudena, centenares de personas, impresionante. Antonio dejó un vacío enorme.
Cada día desde entonces cuando analizo la actualidad pienso, ¿Qué diría Antonio Herrero? Que bueno hubiera sido para España y para el periodismo no perder a Antonio. En parte muchos sentimos orfandad. Los políticos y los corruptos disfrutaron. Cuando el lunes 4 José María García contó la cena en la que Aznar había condenado a Antonio y había tratado sin éxito de que Federico y Luis le traicionaran, no crean que Aznar lo reconoció y pidió perdón.
25 años después solo quería escribir que quise mucho y admiré a Antonio Herrero. Me he encontrado a pocos como él en mi vida. Que distinto sería este oficio maravilloso del periodismo si hubiera más como Antonio, pero no, no los hay, escasean, y así nos va. Gracias Antonio Herrero por tu ejemplo. Gracias.