Desde hace unos años, el debate acerca de la factura eléctrica pasa por ahorrar unos cuantos euros cambiando las bombillas tradicionales de los hogares por iluminación led. De hecho en Internet hay miles de artículos y guías que indican cuál es la mejor opción para aportar ambientes cálidos, neutros o fríos a través de la luz porque cada decoración además, requiere un tipo de luz, con lo que es posible acertar o errar en el tipo de ambiente que queremos para nuestra casa cambiando una simple bombilla.
Además, desde que estuvimos confinados, el incremento en el consumo eléctrico en los hogares españoles aumentó un 28%. Segun un sondeo publicado en el mes de abril por la Organización de Consumidores y Usuarios. Por contra, en los mercados mayoristas, lo que se experimentó fue una bajada en el precio de la electricidad. Pero una vez más, este descenso no se vio traducido en una rebaja en la factura de los hogares. Y por tanto, los consumidores no vieron ahorrarse unos euros, no notaron nada. Se incrementaba la actividad dentro de sus casas y sus facturas… también. La luz dejaba de estar en el debate colectivo para pasar a ser tema de discusión sobre si se consumía más o menos con todos los electrodomésticos funcionando a diario. Si hacíamos más vida dentro de casa, todo funcionaba también más.
Calles y plazas iluminadas… con mucha luz
Comienza diciembre y la luz vuelve a estar sobre la mesa en las grandes ciudades por los encendidos navideños y las ingentes cantidades de dinero que los consistorios emplean para iluminar las principales calles y plazas con motivos navideños. Este año parece como si necesitáramos más luz que cualquier otro y que las ciudades quisieran sobresalir con colores y destellos para que al pasear bajo todas esas luces, no haya sombra que nos amargue el final de año, el adiós a este 2020 que ha truncado tanta “normalidad” desde el mes de marzo.
Luz en las calles para iluminar la sensación de ahogo que ha arrojado este 2020, como si un encendido más o menos suavizase las cifras diarias de contagios que los medios se esfuerzan en repetir en cada avance. Como si pudiéramos olvidar los 9 meses que llevamos viviendo en una realidad paralela. Todo eso acompañado del incremento en el consumo que llevan impresas estas fiestas navideñas.
Así que de pronto, los ayuntamientos dejan de mirar hacia el ahorro y desparraman cientos de bombillas por las grandes avenidas y calles comerciales para que paseemos bajo ellas y admiremos sus colores. Y poco nos importa que sean de luz led o emitan luces cálidas al ambiente, porque lo que interesa es que sean de colores y cuantos más, mejor.
Y es que quizá en el imaginario colectivo, lo que se piensa, cree y desea es que haya un poco de luz. Luz en el ambiente. Luz en las calles. Y dentro de los hogares… Luz en nuestros ojos, para que lo que miramos, esté claro y conciso. Y sin sombras. Y sin apagones. Que podamos distinguir lo que se ve de lo que se nos quiere ocultar. Luz por todos los lados. En la calle, claro. En el interior de nuestras casas, obvio. Porque luz en los mensajes… ese ya es otro cantar.