La gran coalición entre PP y PSOE es vista por muchos como una solución a los graves problemas que padece España. No creo yo que solucione nada una gran coalición que ya funciona a plena satisfacción de ambos partidos, que se reparten el poder con alternancia según el cabreo de los ciudadanos.
Desde 1982, tras aprobarse la Constitución del 78, PSOE y PP se val alternando en el Gobierno. El que está en el Gobierno roba a manos llenas (en el caso del PSOE hasta mató en los años 90) y coloca a los suyos en la cosa pública. El que está en la oposición exige regeneración y anuncia medidas y cuando llega al Gobierno todo sigue igual de mal, o peor.
El Estado es un monstruo que se alimenta masacrando con impuestos al personal para mantener el sistema
El Estado es un monstruo que se alimenta masacrando con impuestos al personal para mantener el sistema y mantener la denominada sociedad del bienestar, que no es la peor de las posibles, sin duda, pero que sobre todo procura bienestar a los que gobiernan y a los que mandan en la sombra, aunque cada vez estén más a la vista del que quiera ver.
Cada poco se destapa, en general gracias a algún periodista libre, un caso de corrupción. Y empieza el baile del “y tu más”, que acredita que quien lo dice es consciente de que al decirlo está asumiendo lo suyo. Y cada poco meten a alguien en la cárcel, para algarabía del personal, aunque todo Dios sepa que los que terminan en el saladero nunca son los capo di tutti capi, los jefazos, que siempre salvan el culo con el riñón bien resguardado con el botín.
Millones y millones de personas siguen votando al bipartidismo que controla el sistema, hoy por tí mañana por mí
Cada cuatro años, a veces menos, o más, se celebra lo que llaman “la fiesta de la democracia”, o sea, las elecciones. Millones y millones de personas siguen votando al bipartidismo que controla el sistema. Hoy por tí mañana por mí. Y de vez en cuando sale un antisistema populista que pilla votos y, si además pilla escaño, se integra con facilidad en la rueda.
En alguna ocasión han surgido partidos que han pretendido ser una tercera vía, y siempre los egos y las ambiciones de unos pocos han hecho fracasar la aventura, porque el sistema no admite terceras vías, no admite disidentes, y juega sus cartas con los aventureros.
Montar un partido es difícil y caro. Se termina eligiendo a uno que pasaba por allí entusiasta en el apoyo al líder
Montar un partido de ámbito nacional requiere mucho esfuerzo y dinero. La selección de personal es difícil y se termina eligiendo a uno que pasaba por allí entusiasta en el apoyo al líder. Ciudadanos llegó a ganar las elecciones en Cataluña, hito histórico, pero a mi amigo Rivera se le fue la pinza y arruinó lo ganado por poner por delante su ambición personal.
A la derecha del PP y a la izquierda del PSOE intentan algo algunos desencantados de ambos, sus mayores les dejan crecer hasta que se lo creen y vuelta la burra al trigo.
La primera legislatura de Aznar fue brillante. En la segunda, con mayoría absoluta, se le fueron la mano y el oremus
Juan Carlos I jugó un papel esencial en la vuelta de la democracia. Después terminó con un rosario de escándalos de sexo, corrupción y banalidad moral que acabó con buena parte de su prestigio.
El PSOE de González en el 82 es verdad que dio pasos en la modernización de España, pero a esas luces las opacaron la corrupción rampante y los GAL. Mucha gente dijo, vale que roben, pero que asesinen no. Aunque hubo quienes aplaudieron el crimen de Estado y lo preferían al robo de lo público.
Después llegó, gracias al apoyo de los nacionalistas, José María Aznar. Su primera legislatura fue brillante, beneficiosa incluso para la clase trabajadora, y en la segunda perdió la cabeza con la mayoría absoluta, nos metió en una guerra con mentiras, se le fueron la mano y el oremus con la boda de su hija y la gestión del 11-M acabó con él. Ya fuera del Gobierno supimos de su corrupción desbocada.
Rajoy, con la mayoría absoluta más absoluta jamás conocida, se esmeró en no cumplir una sola de sus promesas electorales
José Luis Rodríguez Zapatero fue el artífice y la antesala del sanchismo. Con su ejército de la ceja empezó a arrodillarse ante el independentismo catalán y nos engañó reiteradamente en sus negociaciones con la ETA, a los que allanó el camino para ser claves en la gobernabilidad de España. Gestionó calamitosamente una crisis económica brutal y nos hundió económicamente. También supimos de su corrupción tras irse a seguir forrándose, apoyando a las dictaduras más terribles.
Y en esas llegó Rajoy, con la mayoría absoluta más absoluta que hemos conocido (en el Congreso, el Senado, las Comunidades Autónomas y los Ayuntamientos), y se esmeró en no cumplir ninguna de sus promesas electorales y hacer siempre lo contrario de lo que prometió. Siempre dispuesto a que el tiempo resolviera los problemas, la corrupción le arrasó. Pero él ahí sigue dándose sus paseos tranquilamente y dando lecciones de democracia.
Y Sánchez, que llegó a lomos de una batalla contra la corrupción del PP de Rajoy, y que llevaba la corrupción ya puesta de serie. Ahora están en el banquillo su amada esposa, su hermanísimo, sus dos secretarios de organización, y él insiste en que no sabía nada. Y a la corrupción galopante le han unido los suyos el puterío a braga quitada, que al personal le indigna más que nada. Y mucha peña dice que le cree y que le seguirá votando.
A veces pienso que surgirá alguien decente y limpiará la política, pero la realidad se impone y pierdo la esperanza
El siguiente será Feijoo, él dice que en solitario, pero tendrá que ser con Vox.
No conozco un sistema mejor que el que tenemos, pero la regeneración, para mí, pasa porque los ciudadanos no voten a PP y PSOE, que tienen acreditado su certificado de corruptos incurables. ¿Estoy proponiendo votar a Vox, a Podemos? Quiá. No.
Me siento como Dante a las puertas del infierno, carente de esperanza frente a esta partitocracia insoportable. A veces pienso que surgirá alguien decente de verdad que enderezará el rumbo y limpiará la política. Pero la realidad se impone, día a día, gota a gota de corrupción económica, política y moral de esta gran coalición insaciable. Pero a ellos les va de puta madre.