EL REPARTO INFAME DE LA OPERACIÓN MAULA EN CATALUÑA

Lo sucedido el jueves con Puigdemont Y Salvador Illa en Cataluña es un reflejo perfecto de a dónde nos ha llevado el gobierno socialista de Pedro Sánchez. El protagonista fue el prófugo que aparece y desaparece, pero hubo un reparto a tener muy en cuenta por encima del protagonista de la vergüenza. ¡Ay Puigdemont!, que declara la independencia de Cataluña durante 8 minutos y se larga. A los 7 años regresa, da un patético mitin de 7 minutos y vuelve a fugarse.


Illa no va a gobernar para todos…miente como su jefe

Será que me hago mayor, pero no le veo la gracia a nada de lo sucedido, por más que muchos hagan memes y programas de televisión partiéndose la caja. Me parece extremadamente serio que en un país que se dice democrático un gobierno decida no detener a un tipo sobre el que pesa una orden de detención del Tribunal Supremo. Un ejecutivo que actúa así está a un paso de comenzar a detener a quien le plazca sin orden judicial.

A la cabeza del cartel, Pedro Sánchez, escondido en sus vacaciones, sin dar la cara, como si no fuera con él. Solo ha aparecido para felicitar a Salvador Illa por haber sido elegido presidente de la Generalidad. Illa, con su carita de yo no fui. El mismo Illa que dirigió la cosa durante la pandemia, el que comparecía rodeado de militares y nos hablaba del comité de expertos científicos que nunca existió. Sí, el de las mascarillas.

Illa, que, terminada la votación, y tras decir que él va a gobernar para todos, no solo para los que le han votado, se acercó a saludar a los lideres de cada formación política con representación parlamentaria, pero ignorando a Ignacio Garriga, de Vox. Una grosería que le retrata, por mucho que vaya de bueno.Y después, en la toma de posesión, en la que promete lealtad y fidelidad “al Rey, a la Constitución y al Estatuto de Autonomía”, después de previamente haber ordenado que no se colocara una bandera de España.

Aunque no le guste, él está ahí, de presidente de la Generalidad, gracias a la Constitución española. Y es muy poco leal retirar la bandera de tu país. O sea, que queda claro que Illa no va a gobernar para todos. Como no lo hace Sánchez, y que miente como su jefe sin que se le mueva un músculo de la cara.


Cataluña, Puigdemont y todos los suyos…

Y, claro, Gonzalo Boyé. El abogado de Puigdemont, el que nada más terminar su patético discursito le dice a Puigdemont “vámonos”. Le agarra del brazo y le lleva al coche de la paralítica tras hacer un juego de cambio de sombreros y gorras. Un juego de trileros. Curioso este Boyé. Recordarán el secuestro por ETA del empresario Emiliano Revilla, en febrero de 1988. Según la sentencia que le condenó, Boyé fue una de las personas que se encargó de las labores de vigilar al empresario, información esencial para poder consumar el secuestro.

Boyé era miembro del Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR) chileno, país donde nació. ETA le encargaba al MIR trabajos de vigilancia de objetivos para evitar comprometer a sus terroristas. A Boyé le pillaron y fue condenado a 14 años de prisión, de los que cumplió 6. En la cárcel aprovechó el tiempo y estudió derecho en la UNED. Desde 2002 está en libertad y ejerce la abogacía. 

Pese a ello no ha dejado de tener problemas con la Justicia. Tiene señalado un juicio para el mes de noviembre en el que comparecerá como acusado de blanquear dinero del narcotráfico junto a su cliente el famoso Sito Miñanco. A Boyé la fiscalía le pide 9 años de prisión. Boyé acude con frecuencia a prisión para entrevistarse con muchos presos rusos a los que defiende, que, según me cuentan fuentes penitenciarias “son de los que pagan muy bien y en dinero fresco”.

Boyé, nacido en Chile, tiene doble nacionalidad chilena y alemana. Su madre era de origen catalán. Fuentes judiciales me dicen que “por más que sea evidente que Boyé era uno de los organizadores de la fuga de Puigdemont, al ser su abogado defensor no se le va a poder imputar responsabilidad penal alguna”.

Y terminamos con los Mozos de Escuadra. La comparecencia de Ignasi Elena, consejero de Interior, y del comisario jefe de los Mozos, Eduard Sallent, fue la guinda del pavo. Elena dijo que “no estábamos preparados para un comportamiento tan impropio de Carles Puigdemont”. ¿Qué esperaba Elena de un fugitivo? ¿Por qué no le detuvieron los dos días previos que permaneció en Barcelona? ¿O en el paseo que se dio rodeado de un bombero, dos mozos y un periodista desde la casa en la que durmió hasta el Arco del Triunfo?


Operación Maula en Cataluña : una orden de detención a Puigdemont que no se cumplió

Pero el summum fue escuchar a Sallent, vestido de uniforme, decir que con Puigdemont no se está cumpliendo la ley de amnistía. ¿Qué hace un funcionario policial, vestido de uniforme, criticando al Tribunal Supremo? Y hasta que escribo este texto (domingo 11 de agosto), el ilustre presidente Illa no le ha destituido.

Y el Gobierno callado. La orden de detención debía ser cumplida por todos los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado. Puigdemont entró en España el martes por la frontera de Francia. Se alojó en Barcelona en un piso en la calle Lluis el piados, en el piso séptimo puerta 3. El miércoles almorzó, cenó en la calle y se paseó por Barcelona. El jueves fue caminando desde ese piso hasta el Arco del Triunfo acompañado de dos mozos de escuadra armados. También del bombero Pere Miralles, vinculado a la independentista Asamblea Nacional Catalana (ANC), que ejerce habitualmente de guardaespaldas de Puigdemont y de un periodista del diario La Razón, Alex Cárcel.

Después de un mitin de 7 minutos al que asistieron poco más de 2.500 personas, se dio a la fuga en el coche de una paralítica amiga de uno de los mozos de escuadra. Elena y Sallent, los jefes de los Mozos, dijeron que se les escaparon en un semáforo. Después se bajó de ese coche y continuó hasta la frontera en un coche negro con matrícula holandesa y otros acompañantes.

Los Mozos activaron la “Operación Jaula” en toda Cataluña, pero fueron incapaces de dar con él. Hubiera sido más atinado denominar a todo el operativo “Operación Maula”. Maula, según la Real Academia, “dicho de una persona: perezosa, inepta, que no cumple con sus ocupaciones o no vale para ellas”. Otra acepción es “tramposa o mala pagadora”. La primera viene como anillo al dedo. 


Gana Sánchez y perdemos todos los ciudadanos

Y desde el Ministerio de Interior y la jefatura de los Mozos se insiste en que se dieron ordenes de que la detención se efectuara sin que afectara a la dignidad de Puigdemont. Ojala Interior y los Mozos detuvieran a todo el mundo sin que la detención afecte a su dignidad. Pero no todos somos iguales ante la ley y los policías.

Y como resumen, ¿a quién ha beneficiado este espectáculo lamentable que deja hecho jirones el Estado de Derecho en España y nuestra imagen internacional? Pues es evidente. Gana Pedro Sánchez, que necesita a Puigdemont para seguir en la presidencia. Gana Illa, que ha sido elegido presidente de la Generalidad. Y gana ERC, que de este modo no puede ser acusado por Junts de haber traicionado al independentismo. ¿Y quién pierde? Perdemos todos los ciudadanos, que vemos como el Gobierno y la Generalidad se pasan por el arco del triunfo una orden de detención dictada por el Tribunal Supremo y que constatamos que el Estado de Derecho está en quiebra.

Por lo tanto, es más que legítimo pensar que entre todos los beneficiados haya habido un pacto para que las cosas sucedieran como sucedieron. Lo dicho, una auténtica operación maula. Y no pasa nada. Hasta la siguiente. Menos mal que tenemos un gobierno progresista y que no gobierna la derecha.


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