Después de Sergio Ramos por jugar allí donde le ha dado la gana, el patán de Rubiales, Luis de la Fuente, Jorge Vilda, los jugadores de la Selección masculina con la boca pequeña y la vergüenza desbocada, ahora un jugador del Zaragoza, Mollejo, calvo como Rubiales, que se agarró los huevos tras marcar un gol. Es insoportable vivir en un país en el que cada día se fusila civilmente a alguien. Muchas veces tan solo por ejercer algo tan sencillo, básico y necesario como es la libertad. Y se le obliga a pedir perdón bajo la guillotina.
A ver, ¿Quién no la ha cagado alguna vez en algún comportamiento público o privado, qué tío no se ha agarrado los huevos alguna vez, quién no ha dicho algo políticamente incorrecto, quien no tiene lo suyo en sus mensajes privados? No se puede vivir así, con una policía del pensamiento único con la porra preparada para atizarte y el pelotón formado. ¿Quién no tiene un marrón, o varios, en su carrera vital? Bastante jodida es la vida para que nos la jodan a diario vigilándonos y persiguiéndonos. Insisto, se llama Li-ber-tad, y no la regalan. Algunos, pocos por cierto, luchamos mucho por ella dejándonos jirones en la batalla como para que ahora por un quítame allá esas pajas nos persigan unos totalitarios indecentes como todos.
El negocio de la prensa entregada al poder
La semana pasada, tras opinar libremente en “El corrillo” de Rafa Sahuquillo en Radio Marca sobre el caso Rubiales y lo de Ramos las hordas totalitarias iniciaron campañita por tierra (Twitter), mar (Instagram y Facebook. Y también aire (alguno se hizo con mi móvil y tuvo los cojones de guasapearme, contra este humilde servidor de ustedes). Tras ponerme a caldo, “retrógrado, fascista, hijo de la gran puta” y esas cosas del odiar, porque ellos tienen barra libre y lengua fácil, me “exigían” que pidiera perdón. Bueno, pues aprovecho la ocasión, porque siguen fielmente IT MAGAZINE, para decirles que no pido perdón. Por varios motivos, pero uno esencial y fácil de comprender, porque no me sale de los cojones, porque asumo los riesgos de ejercer mi libertad en esta España del odio que están cimentando a braga quitada, como estudiantes de Logroño, o del Ahúja.
Y la prensa entregada al poder (no es ideología, es solo negocio, puto negocio). Entregada a parlar de Rubiales, de Sancho el descuartizador y de los estudiantes de Logroño con las hormonas disparadas y le lengua suelta. Y ellos a lo suyo, a su negocio. Al alivio penal de los golpistas catalanes. Muchos de ellos empapelados no por proclamar la independencia, sino por reventar los cristales de tiendas de lujo (Loewe, Vuitton y tal, no saben nada) y arramplar, o sea robar, bolsos, ropa, relojes, accesorios y hasta tangas de alhaja. Eso sí, gritando “Visca Catalunya lliure”. Yo prefiero alivio penal para los que reventaron cristales para pillar y después venderlo para vivir y sus necesidades.
Pues eso, ¿a quién van a fusilar mañana? Vaya por adelantada mi solidaridad con él, o ella, antes de saber lo que han hecho o dicho. Porque con la libertad se está o no se está. No caben medias tintas ni matices. Y la libertad se defiende defendiendo de entrada a quien no piensa como tú y quien dice cosas que tú no dirías, o sí.
Y termino recomendando de nuevo con entusiasmo y amor de compinche que sigáis a Rebeca Argudo, @Rebevolutions, que firma en Theobjective,com y La Razón. Es una mujer libre, inteligente y brillante a la que están zurrando también porque a ella también la “azotarían hasta hacerla sangrar” si pudieran, que no van a poder porque tiene dos ovarios inmensos como el Bernabeu. Y se la suda que la masacren porque ella no va a dejar de pensar, hablar y escribir como los ángeles, la muy puta. Y sí, como os dije, no se ha quitado de WhatsApp, y nuestras conversaciones son la polla y creciendo de impertinencias. No le perdáis la pista. Algún día la cabrona lo dejará todo y se vendrá a IT, que es lo más, como ella.