Comienza en nada Joaquín Sabina gira de conciertos, “Contra todo pronóstico”. Y ya nada será igual porque en la gira no estará Pancho. Panchito Varona, quien ha sido mano derecha y mano izquierda de Joaquín durante 40 años. Y persona esencial para entender el éxito del jienense y persona esencial en los peores momentos profesionales y personales de Sabina.
Escribo desde la subjetividad de ser amigo de Panchito y desde la admiración que siempre he sentido por Sabina. Se me ha caído alguna lágrima al leer en El Mundo la entrevista que le hizo el pasado viernes Pablo Gil a Panchito, que arranca diciendo: “Pancho Varona termina echándose a llorar al final de la entrevista”. En ella Panchito cuenta como Sabina, a través de su señora, la peruana Jimena Coronado, Jime, le despidió con un correo electrónico de 10 líneas. Panchito le había enviado previamente un correo “porque llevaba todo el año 2022 intentando ir a su casa y no se me recibía”. Hasta que un día le dijeron a Panchito: “Mira, no nos viene bien verte. Mándanos un e mail”.
Panchito les dijo: “Mirad, me da la impresión de que está pasando algo que se me va de las manos. Por favor, juntémonos en vuestra casa con la banda, ya que ha habido mal rollo con ellos, lo arreglamos y nos damos unos abrazos. Somos familia, os quiero mucho, no me dejéis fuera, quiero seguir siendo parte de vuestra casa y de vuestras giras y de vuestra vida”. Pero Jime le respondió que estaba despedido. Hay que ser un hombre de una pieza para decirle a un amigo del alma que no te deje fuera.
Panchito Varona es un músico excepcional que ha sido clave en el éxito de Sabina (Jime no es más que la señora de Sabina, no tiene arte ni parte en su éxito profesional). Panchito, les decía, es uno de los hombres más buenos que he conocido nunca. En su entrevista con Pablo Gil lo evidencia cuando dice: “Si me hubieran aceptado esa reunión que pedía, con banda o sin banda, y Joaquín me hubiera dicho, mira, Panchito, han sido 40 años muy bonitos, pero lo nuestro ha terminado, yo le hubiera dado un abrazo, le hubiera dicho, vale tío, lo entiendo, me duele, pero lo entiendo”.
Hay que ser muy hombre y tener un corazón que no te cabe en el pecho para pedirle a alguien como hizo Panchito que no te deje fuera de su vida después de 40 años. Y hay que ser muy hijodeputa, con todos los respetos, para liquidar una relación como la de Joaquín y Pancho con un correo electrónico de la señora que maneja tu vida. “No nos viene bien verte”. No doy crédito. Es una traición que me repugna. Porque conozco la relación que han tenido. Panchito, cuando le dices que Joaquín no habría sido nada sin él siempre te dice: “No, yo no hubiera sido nada sin Joaquín”.
El adiós del gran Sabina a su amigo del alma Panchito
En cualquier caso, Joaquín sabe de la lealtad de siempre de Panchito, de cómo no le ha fallado nunca, de como cuando los peores momentos, ahí estaba siempre “Panchito, Panchito”, a cualquier hora del día o de la noche, generalmente la noche. Panchito no le habría cerrado jamás la puerta de su casa a Joaquín, y no lo haría ahora tampoco, después de la traición. Porque es un hombre de principios y un hombre bueno hasta decir basta. Un caballero. Con códigos morales. Por eso le tengo tanta ley.
Sabina se emborrachó hace mucho de éxito y millones. Y ahora, sabiendo cómo está la vida para todos, también para los músicos, deja fuera a Pancho de su gira. Yo no iré a ninguno de sus conciertos, pero seguiré acudiendo a escuchar a Panchito, que no será una estrella universal como Joaquín, pero que es un hombre decente y bueno que, además, hace unos conciertos maravillosos, aunque no sean en grandes estadios sino en locales pequeños, pero que rebosan autenticidad y donde brilla su talento supremo.
Termina la entrevista de Pablo Gil a Panchito como comenzó: “Joaquín ha preferido cuidar de su trabajo a dar la cara por mí. Allá ellos. Yo siempre les voy a recibir con un abrazo…porque soy un gilipollas (rie), pero lo voy a hacer, ¿si viene Joaquín, cómo no le voy a dar un abrazo? Lo haré, y lloraré”. Una lección más de Panchito a Joaquín, Jime y sus mariachis, que son muchos, y van de auténticos y de buenos, pero son unos más como tantos, sin respeto a los más elementales códigos de la amistad. Ay si Varona contara (que no lo va a hacer), cuantas veces sonó el timbre de su casa a deshora y allí estaban quienes ahora le dejan tirado, para tras el ritual Panchito, Panchito, recurrir a él para que les sacara las castañas del fuego.
Joaquín Ramón Martínez Sabina ha cometido un error. Lo sabe, porque conoce como nadie a Panchito, y porque sabe que esas cosas no se le hacen a un amigo siempre leal. Joaquín es un experto conocedor de las profundidades del ser humano. Gusta decir que la posteridad no le importa porque cuando ella esté él ya no estará. Sabina ha transitado por el infierno y por el cielo. Pero una biografía es importante rematarla bien, y él no lo ha hecho.
Para la posteridad quedará, aunque no le importe, esta putada extrema al final del camino a quien jamás le falló. Joaquín Sabina no es como muchos piensan. Muy revelador es lo escrito por mi tronco Javier Menéndez Flores en uno de sus cuatro libros sobre Sabina, “no amanece jamás”. Javier sabe más de Sabina que el propio Sabina. Y escribió en su introducción a ese libro “les deseo el mejor de los viajes, ojalá lo disfruten tanto como yo lo he sufrido”.
Como escribió Joaquín en la bellísima “Peces de ciudad”, “y cómo huir, cuando no quedan islas para naufragar, al país donde los sabios se retiran del agravio de buscar labios que sacan de quicio, mentiras que ganan juicios tan sumarios que envilecen el cristal de los acuarios de los peces de ciudad que mordieron el anzuelo, que bucean a ras de suelo, que no merecen nadar. Que perdieron las agallas en un banco de morralla, en una playa sin mar”. Maldito sea el gurú que levantó entre Joaquín y Panchito un silencio oscuro. Joaquin perdió hace tiempo las agallas y se mueve entre morralla. Allá él y su conciencia.
Panchito es un músico extraordinario cuya trayectoria no empaña ni un despido injustificado e injusto como el que le ha propinado Sabina a través de su señora. Una gira de Sabina sin Panchito no puede ser lo mismo. Cómo no imaginarme, como no recordar esas giras sostenidas entre bambalinas por Panchito, que ahora cantará “y cada vez peor, y cada vez más rotos, y cada vez más tú, y cada vez más yo, sin rastro de nosotros”.
Pero Panchito, aunque no consuele, tu seguirás teniéndonos a los amigos, y Joaquín seguirá rodeado de quienes le bailan el agua y le manejan la Visa, en provecho propio. El será más rico, sin duda, pero tu serás más feliz, porque tu seguirás siendo leal con tus amigos. Cada vez menos Joaquín y tú cada vez más Pancho. Y quizá vuelva Joaquín, con la frente marchita, y ahí estará Panchito, Panchito, aunque no se lo merezca el maestro. Perdonen la tristeza.
Y Además…
- Vuelvo a la Gala de los Goya, o sea, al mitin contra Isabel Díaz Ayuso, a coro, los unos y las otras. Lo enmascaraban con la defensa de la sanidad pública, pero en realidad convocaban una manifestación contra Díaz Ayuso. Ni una palabra sobre la Comunidad Valenciana, Aragón, o Cataluña. Y vuelvo a los Goya para comentar mi asombro y mi indignación como académico por el hecho de que Fernando Méndez Leite, máximo responsable de la organización de la Gala, no invitara a Alberto Núñez Feijoo a estar en el posado de las autoridades presentes. Allí estaban el presidente Pedro Sánchez, el ministro de la cosa, Miquel Iceta, varias de las ministras del solo sí es sí, el presidente de la Junta de Andalucía, Juanma Moreno, que pagó parte de la fiesta. Y algunos de los ganadores. ¿Cómo no fue invitado a estar el líder el PP? ¿Y a qué nivel de encanallamiento ha llegado la política española que el presidente del Gobierno ni saluda en toda la noche al líder del principal partido de la oposición, aunque estén sentados en la misma fila del patio de butacas, a pocos asientos de distancia? A Méndez Leite le correspondía reclamar la presencia de Feijoo en esa foto. Pero Méndez Leite, como muchos de sus antecesores, se sumó al sectarismo infame y al seguidismo al Gobierno. No como en los tiempos del “No a la guerra” (que compartí con convicción), en los que se criticaba con razón sobrada al Gobierno de Aznar. Pero ahora no, ahora de los muertos de Melilla, del abandono al pueblo saharaui o de las consecuencias para las mujeres de la ley del solo sí es sí ni una palabra, todos los presentes arrodillados ante el Gobierno y riéndole las gracias. Un Gobierno en el que solo la ministra de Justicia Pilar Llop ha asumido la responsabilidad y ha dado la cara por las consecuencias de la ley del sólo sí es sí, cuando Pilar Llop no tiene nada que ver con la Ley porque no formaba parte del Gobierno que la aprobó. Sólo le faltó a Méndez Leite proponer que les dieran un Goya a Pedro Sánchez e Irene Montero. Que pena que en un año en el que el cine español ha producido magníficas películas la Gala de los Goya se convirtiera en un mítin contra Díaz Ayuso en favor del Gobierno. Para eso han quedado algunos. Para bailarle el agua al que manda. Y hablan de cultura. Vaya cuajo.