REFLEXIONES DE CACA, DE PERRO

Muchos tendemos a hacer las cosas “bien” solo cuando creemos estar siendo observados, y no es distinto a la hora de recoger las heces de nuestras mascotas. Si es de noche y no hay nadie cerca, es más probable que no nos molestemos en sacar la bolsita. Algunos de nosotros, nos sentimos mal al pensar que algún desgraciado podría caer en la trampa a la mañana siguiente, de camino al trabajo y le estaremos, definitivamente, amargando el día. Otros tantos, confortan su cargo de conciencia pensando que así, los trabajadores de limpieza municipal tendrán algo que hacer. Para sorpresa de muchos, el personal de limpieza tiene ya suficiente que hacer y no acabarán en el paro por el hecho de que yo recoja lo que se le cae a mi perra, Naia.

Y es que esto nada tiene que ver con el amor a los animales. No permito que me tachen de insensible, cuando lo único que pido es un poco de responsabilidad. Tampoco me sirve de excusa el “pero es que nadie lo hace”. Primero, porque no es así, ya que somos muchos los que, a diario, nos agachamos una y otra vez, bolsita en mano. Segundo, porque la vida no puede basarse en hacer lo que el de al lado haga, ya que el mundo estaría entonces, exagerando un poco, lleno de ladrones y psicópatas.

Hay muchas razones por las que deberíamos hacernos cargo de lo que es nuestro, o de nuestro perro en este caso. Principalmente, porque somos adultos y tener o no una mascota es una decisión propia y sus consecuencias deberían afectarnos únicamente a nosotros, y no a todo el vecindario. Más allá de eso, creo que todos nosotros, personas civilizadas, preferimos ver nuestras calles limpias. No hay nada más horrible que tener que ir esquivando minas de camino a casa y sinceramente, creo que podría decirse que es una falta de moral y respeto obligar a nuestros vecinos a hacerlo.

El minuto que nos cuesta realizar este acto contribuye a que todos nos sintamos un poquito más cómodos en nuestro entorno, contribuye a mantener cuidado el medio, evita malos olores y la consiguiente llegada de moscas y ayuda, en general, a mantener un buen ambiente vecinal o, por lo menos, a no empeorarlo.

Sinceramente, no me gusta la gente que se queja demasiado, por esto y por aquello. Sin embargo, he de reconocer que yo también suelo enfrentarme a mis convecinos debido a este tema. Me niego a aceptar la irresponsabilidad civil, a tener que saltar en vez de caminar y a que mi calle huela a caca.


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