Considerada una percepción extrasensorial realizada por un pequeño porcentaje de la población, en unos años la telepatía estará al alcance de todos.
Desde que el mundo es mundo, el ser humano se ha visto obligado a evolucionar para perpetuar la especie. Quedándose atrás los más débiles, aquellos que han conseguido adaptarse a los obstáculos que supone cualquier cambio son los que han continuado haciéndose camino con todas las consecuencias que esto acarrea: guerras, hambrunas, batallas ideológicas, conspiraciones… Y el desarrollo tecnológico.
La ciencia ha conseguido grandes avances gracias a su fusión con la tecnología, la cual no tiene por qué ir obligatoriamente ligada al ámbito digital; la tecnología sirve para resolver de manera más efectiva, rápida y eficiente algunos de los problemas que día a día se nos presentan.
Sin embargo, ambos campos han ido más allá y han aprovechado su fusión para marcar el inicio de una nueva era: el transhumanismo. Cyborgs como Neil Harbisson o Moon Ribas ya han incorporado a su cuerpo una extensión robótica para dar un empuje a su carrera o para solventar las limitaciones de su cuerpo humano. Y lo que puede parecer ciencia ficción o poco común, se está introduciendo lentamente en la rutina diaria. Ya el año pasado, más de 4000 suecos se implantaron un chip bajo la piel, para poder realizar las tareas más nimias sin necesidad de aparatos o complementos, como pagar la cuenta, abrir puertas o cerrojos o comprar billetes de transporte.
El 5G proporcionará también una conexión instantánea y permanente a la Red, provocando que ciertos objetos clave porten un chip en su interior.
Cerebros 2.0: humanos a la carta y manipulación mental
Aunque los simpatizantes del transhumanismo parecen espantar a las generaciones veteranas cuando comparten que su objetivo principal es despegarse del cuerpo físico y convertirse en información para la Nube, el biohacking ya ha conseguido romper tabúes y se está perfeccionando con el paso del tiempo; la telepatía sería uno de sus objetivos más ambiciosos.

Sin embargo, los nuevos progresos digitales están fragmentando a la población en dos bandos de opiniones totalmente extremistas: quienes reniegan de ello (porque consideran que la tecnología esconde unos fines egoístas a las órdenes de los más poderosos) y quienes las desean (argumentando que el avance es imparable). Frente a ello, se vuelve a abrir otro debate delicado: se sugiere que quienes están a favor del transhumanismo son meros locos que juegan a ser Dios, y que quienes están en contra impiden que podamos alcanzar los mismos recursos pese a la desigualdad de condiciones. Aun con todo, quizá lo que tenga cabida aquí sea pensar si realmente el sistema protege a los más vulnerables, o si nuestro verdadero bienestar depende únicamente de nuestros esfuerzos.
Lo que está más que claro es que los estudios o avances tecnológicos van a guardar cierto secretismo al principio. Ya lo decía Cathy O’Brien en una de sus conferencias: “nos llevan (el Pentágono y la CIA) 25 años de ventaja”.
Y aparentemente no se equivocaba. Ya el año pasado, el laboratorio de armas no letales del Pentágono, esperaba crear (con fecha límite del 2020) un arma de energía directa que pueda producir un efecto “walkie-talkie”, es decir: un láser que crease voces a partir de la nada. Microsoft no se queda atrás: a principios de 2018 patentó una tecnología de control mental que está desarrollando celosamente, incluyendo su gran interés por la telepatía.
Que Cathy O’brien (proclamada víctima de control mental por las grandes corporaciones) nos hable de la manipulación político-social, no es nada nuevo. Ya Udo Ulfkotte lanzó a la venta un explosivo libro (que no sólo fue un bestseller en pocos días, sino que es todo un tabú en Occidente) el cual expone públicamente la gran red de manipulación mediática a la que estamos sometidos los ciudadanos hoy en día, como bien reza su título: “Comprando periodistas”. Un ejemplo más de que el periodismo es el cuarto poder. Al fin y al cabo (y en lo que respecta al periodismo), una verdad a medias no es información, y la desinformación es un modo de manipulación.
¿Qué podemos esperar de las grandes élites, si incluso financian la geoingeniería? A lo largo de los años ha quedado bien patente hasta qué punto son capaces de llegar en pro de los intereses de aquel que incentive unos fondos económicos. Las FakeNews precisamente tienen su éxito gracias a que su contenido apela a las emociones del usuario, aunque no tenemos que entrar en el ámbito periodístico para hablar de engaño: basta con echar un vistazo a las Redes Sociales, de uso diario. En 2014, Facebook realizó un experimento con unos 700.000 usuarios y sin el consentimiento de estos, según reveló un estudio publicado en la revista de la Academia Nacional de las Ciencias de Estados Unidos, basado en el “contagio emocional”.
A su vez, la operación SeaSpray, el supuesto pan maldito de un pueblo francés, el cual fue rociado con LSD y el Porton Down revelan más de un siglo de experimentos secretos con humanos. Sin ir más lejos, el 5G –anteriormente mencionado- fue rescatado de la tecnología militar, utilizado para fines destructivos dado a su poder, como causar confusión y desorientación a todo aquel que reciba su influencia: una “bomba de humo” inalámbrica.
Leer la mente y hablar con ella
La tecnología BCI es el núcleo de gran parte de esta quimera, la cual se basa en descubrimientos muy antiguos de Richard Canto, cuando descubrió la naturaleza eléctrica del cerebro y usó galvanómetros para medir impulsos eléctricos de la superficie del cerebro. Gracias a ello se marcó el origen de los encefalogramas. Pero, ¿qué tiene que ver esto con la telepatía?
En este caso, es China la que ha dado un importante paso en los chips BCI, logrando crear un chip capaz de “leer” el pensamiento. Se ha diseñado un procesador integrado en un CI que es capaz de leer la mente humana para permitirle a la persona que lo tenga integrado en su cerebro poder controlar computadoras sin necesidad de ratón, teclado, u otros mandos. Eso es: sólo con pensar lo que se quiere, será suficiente. Siempre y cuando esto no desemboque en usos más retorcidos, los chips BCI podrían ayudar a enviar documentos sin necesidad de una agenda de contactos, sólo pensando en el texto, o a atender los quehaceres del hogar con el apoyo de la domótica.

La telepatía, según afirman algunos usuarios transhumanistas, es una progresión natural para la humanidad que va a materializarse gracias a la ayuda científica. Chips implantados en nuestros cerebros podrían proporcionar una interfaz similar a la de un ordenador en la cabeza, lo que significaría un gran logro evolutivo para la especie. A su vez, este artefacto sería capaz de establecer comunicaciones y leer información de dispositivos como si se tratase de telepatía.
El Dr. Eric Leuthardt de la Universidad de Washington, declaró: “Al ritmo en que la tecnología cambia, no es inconcebible pensar que en un período de 20 años todo lo que constituye un teléfono inteligente podría reducirse al tamaño de un grano de arroz. Esto se podría integrar en la cabeza de una manera mínimamente invasiva, y sería capaz de realizar los cálculos necesarios para ser una interfaz cerebro-ordenador realmente efectiva”.
La comunicación verbal será cosa del pasado.
¿Estaremos preparados para los nuevos inconvenientes?
La tecnología es un arma de doble filo, la cual es buena o mala dependiendo de la intención inicial. Así, Internet ha conseguido facilitarnos todo tipo de información a golpe de click, pero puede causarnos ciberadicción si no nos ponemos límites. También nos permite conocer a gente increíble, o increíblemente perturbada.
El auténtico problema radica en el grado de influencia que la Red de Redes ejerce en nuestras emociones y nuestro pensamiento. De esta forma, la Realidad Virtual no sólo nos permite viajar sin movernos de la comodidad del hogar, sino que a veces es una burbuja de realidad alternativa donde muchos jóvenes se refugian, desmotivados o frustrados de su vida real. O los robots, que más que ayudarnos a potenciar lo mejor de nosotros mismos, nos empujan a aislarnos del resto de personas de nuestro entorno, sin ningún tipo de deseo a la hora de entablar una conversación cara a cara agravando trastornos de ansiedad, baja autoestima o fobia social, o potenciando una nueva generación de robots sexuales.
¿Qué problemas traerá consigo un chip que nos ayuda a “escuchar” o “leer” mentes ajenas? El tiempo dirá qué ventajas y desventajas nos proporcionará la telepatía.